Algo más de treinta años después
© 1974: Manuel Corleto

Ninguna parte de esta publicación
puede ser reproducida, almacenada o
transmitida en manera alguna ni por ningún medio,
ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación
o de fotocopia, sin permiso previo del autor.

La obra únicamente podrá ser representada
con autorización por escrito del autor.

mcorleto@hotmail.com
starsfactory@msn.com


Algo más de treinta años después
Manuel Corleto

ARIA y tres movimientos:
                PRELUDIO
                ANDANTE
                FUGA

Estrenada en las ruinas de la Catedral,
Festival de Arte y Cultura de Antigua Guatemala, 1974

PERSONAJES:
   GUÍA
   TURISTAS
   GENERAL MANBORETÁ
   SECRETARIOS
   MERINO
   POITOU
   BASILISCO
   PAYASO
   DOCTOR
   MONJE
   VERDUGO
   MUJERES UNO Y DOS
   SEBASTIÁN

LA ACCIÓN EN LA REPÚBLICA DE PUEBLO GRANDE

ARIA:

Cámara negra. El despacho presidencial de Pueblo Grande. Mesa y sillones. Silla ornamentada con escudo de armas en el respaldo. Bandera tricolor en asta con base. Sobre la mesa, cinco sombreros e igual cantidad de levitas. En la silla, uniforme de general con botas, espuelas, banda tricolor, espada, condecoraciones y fusta. Un capuchón de moje en un rincón. Al iluminarse la escena, entra el GUÍA seguido por siete TURISTAS -dos mujeres y cinco hombres-, los cuales traen objetos diversos: cámaras fotográficas y de cine, lupas, folletos turísticos, mapas, maletas de viaje, etc. Se entretienen tomando notas, fotografías y observando los objetos de la estancia.

GUÍA
(CAMINANDO A LO LARGO DEL DESPACHO) …y puedo hablar de esto con toda seguridad, ya que desempeñé el honroso cargo de Secretario Particular del General Manboretá. (PAUSA) Aquí es este despacho -véanlo ustedes mismos-, el general, sentado en la silla… (SE SIENTA) …me dictó íntegro el Decreto que cambiaría el curso de los acontecimientos en la República de Pueblo Grande. (PAUSA) Sed peinaba el largo mostacho y escupía por el colmillo, como era su costumbre. (TRANS.) “¡Los blancos al sol, los negros a la sombra, a los amarillos hay que curarles la ictericia y a los gnomos, alejarlos de los bosques y darles a beber sangre en vez de clorofila!” (RÍE. PAUSA. LOS HOMBRES SE PONEN EL SOMBRERO) Eran tiempos difíciles aquellos. (PAUSA) ¡Debieron conocer nuestro país entonces! (RÍE. SE COLOCA EN EL CENTRO Y LAS MUJERES PRINCIPIARÁN A PONERLE EL UNIFORME DE GENERAL) Pueblo Grande era una ciudad alegre, con fiestas, colores y tradiciones. Las pequeñas casas y las grandes, las calles empedradas, el rodar de carruajes y el tac-tac de los cascos… (TRANS.) El progreso nos trajo calles planas y ronroneo de motores a gasolina y el tac-tac de las botas de combate contra el pavimento… (PAUSA)  Pero no hablemos de eso. (LA LUZ IRÁ CAMBIANDO DE TONALIDAD HASTA CONVERTIRSE LENTAMENTE EN AZUL DURANTE ESTA ESCENA. LOS HOMBRES SE PONEN LA LEVITA, SENTÁNDOSE EN LOS SILLONES) La población muere como moscas. Los carretones municipales transportan cadáveres al camposanto metropolitano donde no cabe un alfiler más. (LAS MUJERES LO SIENTAN EN EL SUELO, CALZÁNDOLE BOTAS Y ESPUELAS) Durante mis paseos matinales en carruaje blindado y con guardias a caballo a proa y popa, puedo observar las huellas de saqueos, incendios, violencia… (LE COLOCAN LAS CONDECORACIONES) A pesar de lo que puedan pensar de mí, amo profundamente a mi país. (LE PONEN LA BANDA TRICOLOR) No bastó aplastar con mi bota al gobernante inepto. No fue suficiente implantar el régimen militar, cerrar las fronteras a piedra y lodo, racionar alimentos, medicinas, confiscar… El hambre sigue extendiendo sus tentáculos por toda la república. La superpoblación es alarmante… (PAUSA. DE ESPALDAS AL PÚBLICO. TRANS.) Aquí estamos, como todos los días, de cinco a seis de la tarde… (LE PONEN LA ESPADA Y LE ENTREGAN LA FUSTA) ¿Puede alguien dirigir los destinos de la nación con el estómago vacío?, ¿puede un ejército hambriento repeler la agresión?, ¿puede un  mutilado arar la tierra?, ¿puede un pueblo resistir indefinidamente…? (PAUSA) Tengo orejas y ojos en todas partes. Las noticias corren como reguero de pólvora. La bomba explotará en cualquier momento. (SACA LA ESPADA) ¡Oh, Dios, estamos solos entre los cuatro puntos cardinales y no podemos tragarnos nuestra espada!

Aquí, la luz quedará fija en su mayor intensidad. Un viejo reloj da cinco campanadas. El GENERAL se sienta y los SECRETARIOS se ponen de pie. Las MUJERES salen.

GENERAL
(CON UN GESTO) Pueden sentarse, caballeros. (USA LA ESPADA COMO BASTÓN. ELLOS SE SIENTAN) ¿Qué hay de nuevo, secretarios? (PAUSA) Bien, parece que la muerte sigue siendo el plato fuerte del día. (TRANS.) Eso es explicable y no podemos evitarlo. Llegará hoy o mañana, a ustedes o a mí, ¿quién puede decirlo? Está oscilando sobre nuestras cabezas como un péndulo de tortura con una cuchilla de acero inoxidable en el extremo. Y cada segundo baja más y más, hasta que acaba por partirnos en dos. (CORTA EL AIRE CON LA ESPADA) Acaso puede decirme el Secretario de Salubridad cuántos mueren… (RÁPIDO) No, no importa. No es esa la pregunta, secretarios. ¿Cuántos nacen?

SEC. DE SALUBRIDAD
(PONIÉNDOSE DE PIE) Si las estadísticas no nos engañan, nace aproximadamente un niño por minuto, general.

GENERAL
¡Sesenta niños por hora! Cifra por demás respetable si la multiplicamos por veinticuatro que tiene el día…

SEC. PARTICULAR
(RÁPIDO) ¡Mil cuatrocientos cuarenta, general!

GENERAL
¡Eso es! (COMO EN ECO) ¡Mil cuatrocientos cuarenta niños cada veinticuatro horas! (PAUSA. PENSATIVO) Son demasiadas bocas que alimentar, secretarios…

El GENERAL vuelve a su silla. Hace una señal a su SECRETARIO PARTICULAR quien se prepara a escribir en un gran pliego con pluma de avestruz.

GENERAL
Los niños no se pasan a cuchillo, secretarios. Es más fácil dejar de sembrar la semilla que talar el árbol cuando crezca… (PAUSA) ¿Me explico, caballeros? Quiero ser justo. Soy realista. Todos tenemos una responsabilidad ante la historia y yo enfrentaré la mía. (TRANS.) ¡Escribe, secretario! (EL SECRETARIO PARTICULAR SE ABALANZA CONTRA EL PLIEGO Y ESCRIBE) A los tantos días de tantos de mil novecientos tantos, en el pleno uso de mis facultades mentales y en mi calidad de gobernante vitalicio de la República de Pueblo Grande, decreto, dos puntos. Primero, queda terminantemente prohibido el matrimonio como institución… (DISCRETOS MURMULLOS) Segundo, a los abogados, notarios y capitanes de navío, se les desautoriza para efectuar dicha negociación… (MURMULLOS) Tercero, a los párrocos, monjes, pastores, ministros y a religiosos de cualquier credo o color, se les prohibe oficiar con tal finalidad… (VOCES) Cuarto, las mujeres que actualmente se encuentren en estado, deberán pasar a matricularse en las oficinas creadas para el efecto, a fin de que no tengan ulteriores problemas con las autoridades… (VOCES AIRADAS. DOS HOMBRES SE PONEN DE PIE) Quinto y último, a partir del momento en que se pregone este Decreto, por todos los medios disponibles, queda denegado rotundamente el derecho a engendrar un suevo ser. (SE PONEN DE PIE LOS HOMBRES RESTANTES) Quien contravenga este Decreto, será reo del delito de Traición en Primer Grado, y ejecutado inmediatamente después de un sumarísimo juicio a puerta cerrada. (PAUSA) Ratifico, firmo, ¡y que Dios me perdone!

Los cinco hombres se desploman sobre sus sillones. Quedan inmóviles. Se desvanece la luz azul, quedando la iluminación del principio. El viejo reloj da seis campanadas. Entran las MUJERES. Los SECRETARIOS dejan el sombrero sobre la mesa.

MUJER UNO
La mesa está servida, general.

MUJER DOS
El agua esta a treinta y siete grados centígrados, general.

GENERRAL
(PONIÉNDOSE DE PIE MIENTRAS LAS MUJERES LE QUITAN ESPADA Y CONDECORACIONES) He escuchado los informes de mi gabinete en pleno, y me halaga que reine la tranquilidad con todo bajo control. (LO SIENTAN A MITAD DE LA ESCENA, QUITÁNDOLE BOTAS Y ESPUELAS) ¡La raquítica gallina del almuerzo sólo sirvió para despertar más mi apetito! (Para alborotarme las lombrices) (PAUSA. LE QUITAN LA ANDA TRICOLOR) He sido implacable. Ha habido masacres y asesinatos, pero nunca niños… (LE QUITAN EL UNIFORME. LOS HOMBRES DEJARÁN LA LEVITA SOBRE LA MESA) Recuerdo la insurrección de Pueblo Nuevo de Oriente. El general de caballería Manboretá arrasó con la ciudad para capturar a un cabecilla revolucionario que escapó disfrazado de monja Maryknoll. Yo era entonces Secretario de la Guerra en provincias…

Toman algunas fotografías. El GUÍA posa ante la sonrisa de todos. Anotan en sus libretas, etc. Una MUJER se acerca.

MUJER UNO
Es usted demasiado sórdido.

GUÍA
Es la historia, señorita.

TURISTA UNO
(LUPA EN MANO) ¿Existe aún el manuscrito?

GUÍA
No, lamentablemente desapareció.

MUJER DOS
¿Qué ocurrió?

GUÍA
(RÍE) ¡Un cataclismo!

MUJER UNO
Cuente usted, por favor.

GUÍA
(ACOMODANDO EL UNIFORME SOBRE LA SILLA) Al pueblo le cayó como bomba la noticia. Los titulares de los diarios -tres, para ser exactos-, representativos de la opinión oficial, religiosa y popular, copiaron íntegro el Decreto sin atreverse a hacer ningún tipo de comentario. El diario “Circuncisión”, de tirada vespertina, usó letra mayúscula cursiva en el párrafo final en que el general Manboretá pide perdón a Dios; motivo por el cual fue confiscada la edición, condenándolo a repetir en todas y cada una de sus planas durante quince días el Decreto, con el entendido de que no usarían letras que no “fueran verticales”, y demás. (PAUSA. LA LUZ VA CAMBIANDO LENTAMENTE DE TONALIDAD A VERDE) Los diarios “La Silla” y “El Grito Criollo”, sin requerimiento y por solidaridad, decidieron ocupar la mitad y dos terceras partes, respectivamente, de sus páginas con igual fin y durante los siguientes diez días. Por su parte el general Manboretá se entusiasmó de tal manera con la medida que, sin demora, envió una cartulina en los siguientes términos: “Suplico insertar pequeña nota autobiográfica”, acompañada de cuarenta y siete cuartillas y media, mecanografiadas a renglón cerrado. (LOS HOMBRES RETIRAN LOS SILLONES) Si bien es cierto que lograron una singular penetración, hasta el extremo de que Decreto y autobiografía eran usados como texto en escuelas y universidades, también es cierto que dicho extremo los llevó directamente a la ruina. (LAS MUJERES LO VISTEN CON EL CAPUCHÓN PÚRPURA. TRES DE LOS HOMBRES SE COLOCAN SOMBRERO Y LEVITA. LOS OTROS DOS PONEN PATAS ARRIBA LA MESA, EN EL CENTRO DE LA ESCENA) El gabinete el pleno, ante “tan penoso suceso”, decretó tres días de duelo, ordenando efectuar un  funeral simbólico con todos los honores civiles y militares. Se erigió inmediatamente un panteón en el último metro cuadrado disponible del camposanto metropolitano…

Aquí la luz verde quedará fija en su mayor intensidad. El GUÍA y los tres hombres de levita -MERINO, POITOU y BASILISCO-, rodean la mesa que hace de panteón. Lo otros se colocarán cerca.

SU ILUSTRÍSIMA
(EL GUÍA CON CAPUCHÓN) Hermanos, nos encontramos reunidos por un dolor común, la irreparable pérdida de tres compañeros que derramaron hasta la última gota de su tinta, para hacer de Pueblo Grande una nación que ha de servir de ejemplo a todo el orbe…

CONCURRENCIA
¡Amén!

SU ILUSTRÍSIMA
Cayeron con honor en el campo de batalla y, con honor, son entregados a la tierra…

CONCURRENCIA
¡Amén!

SU ILUSTRÍSIMA
Su Excelencia, el general Manboretá, no pudo asistir a este significativo acto. Una dolencia estomacal lo tiene postrado en su lecho de enfermo. (UNA MUJER LE ENTREGA UNA PEQUEÑA CAJA) Quiso, sin embargo, hacer patente su reconocimiento, imponiendo a esta pequeña caja que guarda los restos del último ejemplar de cada diario, la Orden del Día Siguiente, máximo honor póstumo…

CONCURRENCIA
¡Amén!

SU ILUSTRÍSIMA
(RECIBIENDO CON GRAN SONRISA LA CONDECORACIÓN QUE LE ES PRENDIDA EN EL PECHO POR UNO DE LOS HOMBRES) Polvo eres y en polvo te convertirás. (LA CAJITA ES COLOCADA EN EL PANTEÓN)

CONCURRENCIA
¡Amén!

SU ILUSTRÍSIMA se postra de rodillas. Las MUJERES lloran. Se escucha a la banda militar ejecutando al himno patrio.

MERINO
(UNO DE LOS HOMBRES DE LEVITA) Su Ilustrísima tuvo palabras en verdad elocuentes. Yo, Merino, ex portavoz del diario oficial, sólo puedo decir que no se han ido, que… (SE ABRAZA A SU ILUSTRÍSIMA)

POITOU
(OTRO DE LOS HOMBRES DE LEVITA) ¿Qué haremos ahora?

BASILISCO
(EL TERCER HOMBRE DE LEVITA) ¡Todo ha terminado!

LOS TRES
(QUITÁNDOSE EL SOMBRERO) ¡Descansen en paz!

CONCURRENCIA
¡Así sea!

Sube el volumen del himno. Se escuchan algunos de los veintiún cañonazos de rigor. La música va en crescendo. Luego, una ensordecedora explosión. Se apaga la luz. Después de una pequeña pausa, lo suficiente para que todos se quiten el disfraz, se enciende otro fósforo. Luego otro y otro. Finalmente, se ilumina la escena.

GUÍA
Bien, señores; esto que ven aquí, y lo puedo decir porque tuve la honra de ser Secretario de la Guerra del general Manboretá, no es nada, comparado con lo que encontraremos en el Salón de Recepciones, donde me cupo el honor de dirigir…

Sale, seguido por los TURISTAS que anotan y disparan sus cámaras fotográficas sin cesar. Una MUJER se queda. Mira para todos lados. Toma la espada, saliendo rápidamente en dirección contraria a los demás.

        CAE LA LUZ





        
PRIMER MOVIMIENTO

PRELUDIO:

        
Cámara negra. El despacho presidencial. La escena dividida en dos ambientes o áreas de luz. ÁREA UNO, lado izquierdo del actor, con la silla presidencial y el sillón: la luz cambiará constantemente de intensidad para dar idea de fiesta. ÁREA DOS, lado derecho, la mesa y tres sillones: un bombillo colgando del techo será toda la iluminación. Al entrar la luz, se encuentran alrededor de la mesa en ÁREA DOS, POITOU, exdirector del diario “Circuncisión”; MERINO, del diario “La Silla” y BASILISCO, de “El Grito Criollo”. Las escenas se suceden inmediatamente, pero la acción será continua en las dos áreas.

ÁREA UNO
    
        ÁREA DOS

        POITOU
        ¿Qué hora es?

        BASILISCO
        (CONSULTANDO SU RELOJ) Falta poco, Poitou.

        MERINO
        ¿Cuánto?

        BASILISCO
        ¿Qué importa?

        MERINO
¿Cómo que qué importa? ¡Cuatro hombres arriesgan sus vidas y las nuestras para cumplir su cometido, ¿y no importa?!

BASILISCO
¡Está bien, Merino! (MIRA SU RELOJ) ¡Diez minutos!

POITOU
¡Deben estar llegando

(Entran cuatro hombres disfrazados: PAYASO, DOCTOR, VERDUGO y MONJE)

PAYASO
¡De prisa!

(Cada uno saca un pequeño objeto y principian a armar un artefacto)

        MERINO
        ¡Diez minutos solamente!

      POITOU
Hemos esperado mucho. El general enterró aquella tarde el fruto de nuestro esfuerzo. ¡Toda una vida! Pero no le bastó con eso. ¡Quería despedazarnos con la bomba!

MERINO
Lo tenía perfectamente planeado. Su repentina enfermedad estomacal, la pequeña caja de las cenizas…

BASILISCO
Y la bomba.

MERINO
¡Y la bomba! Le pagaremos en la justa medida.

POITOU
¡Quisiera estar allí...! Observar cada uno de sus movimientos antes de que reviente como sapo.

BASILISCO
¡Tengo Miedo!

POITOU
(SACANDO UN NAIPE) ¡Matemos el tiempo!

MERINO
¡Tus cartas están marcadas!

POITOU
Es parte del juego, amigos.

(Se sientan y POITOU con gran sonrisa, reparte las cartas)

PAYASO
(CON EL ARTEFACTO EN LA MANO) ¡Ya está!

        BASILISCO
        (CONSULTA SU RELOJ) ¡Falta poco!

(Lo colocan dentro del maletín del DOCTOR)

        MERINO
        ¿Cuánto?

VERDUGO
¡Explotará en cinco minutos!

DOCTOR
¡Vamos!

(Salen, llevándose el maletín. La escena quedará iluminada)

        BASILISCO
        ¡Tengo Miedo!

      POITOU
¿Escuchas el tic-tac del reloj? (PAUSA) Tic-tac, tic-tac… Hemos planeado esto con precisión matemática. Nuestros hombres pasarán desapercibidos en el baile de disfraces del general. Han logrado introducir la bomba desarmada. Cuatro pequeñas y mortíferas piezas… ¡Ellos también volarán! Ningún testigo…

BASILISCO
¡Pueden ser descubiertos o fallar!

POITOU
Es una posibilidad, Basilisco; una remota posibilidad. Pero si así fuera, tenemos cubiertas las espaldas y a salvo nuestras cabezas. Ni ellos se conocen entre sí, ni saben nada de nosotros. ¿No es genial?

MERINO
(ENCOGIÉNDOSE DE HOMBROS) No tenemos nada que perder.

BASILISCO
Sólo nos queda la vida.

(Los tres continúan jugando)

(Una MUJER con disfraz a lo Madona de da Vinci, se asoma. Luego entra y mira en todas direcciones. Se detiene pensativa)

ELLA
(PARA SÍ MISMA) ¿Dónde diablos estará el baño?

Se escucha una fuerte explosión, derrumbes y gritos. La luz se va de golpe. Luego, silencio. Después de una corta pausa, entra la luz. El despacho presidencial bloqueado por un derrumbe exterior. No hay señal de violencia en la escena. En realidad, interrumpida la energía eléctrica, todo estará en penumbra. Se iluminará convencionalmente, con el entendido de que los personajes casi no podrán verse entre sí. Atrapados se encuentran PAYASO, VERDUGO, DOCTOR y MONJE, quienes conservan sus disfraces. La MUJER se encuentra en el suelo, inmóvil e invisible tanto para el público como para ellos. Al iniciarse la acción, se escuchará una canción grabada, en segundo plano; y hablar a los personajes, en primer plano, simultáneamente.

GRABACIÓN
No, no, no, no, no, no, no, no, no…

        DOCTOR
        ¿Sientes el olor?

        PAYASO
      ¡No siento nada!

No, no queremos vivir sin ilusión…
    
        DOCTOR
      ¡Es gas!

queremos sentir el palpitar de un nuevo corazón…

        DOCTOR
      ¡Es gas!

No, por favor, escuchen atentamente…

        VERDUGO
        ¡¿Quieren callarse?!

palabra por palabra, el dolor que nos desgarra en este vivir sin ton ni son…

        MONJE
        El doctor tiene razón.

        DOCTOR
        ¡Es gas!

        VERDUGO
        ¡Apesta más un pedo de mi abuela que eso!

No, no, no, no, no, no, no, no, no…

        MONJE
        (ENCIENDE UN FÓSFORO) ¿Dónde estará la fuga...?

        PAYASO
        ¡Apaga eso!

Gritaremos al mundo en confusión…

        VERDUGO
        ¿Quieres que volemos en pedazos?

que la vida es más que el simple vivir, vivir, vivir… No, no, no, no, no, no, no, no, no…
(APLAUSOS)

        DOCTOR
        ¡Es gas!

        PAYASO
        ¡Por supuesto que lo es!

No, no, no, no, no, no, no, no, no…

        DOCTOR
        ¡Moriremos envenenados!

La guerra con sus masacres y sus muertes, nos empuja a un abismo…

        MONJE
        ¿Cuánto podremos resistir?

No, no queremos guerra…

        DOCTOR
        ¡Quizá una hora!

No, no queremos sangre…

        VERDUGO
        ¡Tal vez menos!

No, no queremos muerte…

        MONJE
        ¡Vamos a morir!

No, no queremos hambre…    

        DOCTOR
        ¡Basta!    

No, no, no, no, no, no, no, no, no… Queremos libertad. (APLAUSOS)

        MONJE
        ¡Vamos a morir!

(Finalizan bruscamente los plausos)

VERDUGO
¿Escuchan  la fuga del gas…? ¿Sienten el olor? Alguien del otro lado remueve escombros para abrirnos un boquete, un escape hacia el patíbulo. ¿No escuchan golpes contra el cemento?

DOCTOR
¡Basta!

VERDUGO
Doctor… Payaso, monje, verdugo… ¡Un cuarteto encantador!

PAYASO
¡Es sólo un disfraz!

VERDUGO
De acuerdo, payaso. Es sólo un disfraz… Pero, ¿quién eres?

PAYASO
Por razones de seguridad…

Verdugo
¿Quién eres, payaso?

DOCTOR
¡Basta! ¿Quieren callarse de una vez?

VERDUGO
A usted, doctor, le diré algo sumamente confidencial. No soy un verdugo.

DOCTOR
¡Ni yo un médico!

VERDUGO
Nos vamos entendiendo. Ninguno de nosotros es lo que pretende ser.

PAYASO
¡Es sólo un disfraz!

VERDUGO
¡Ya está dicho, payaso!

PAYASO
¿Para qué hacer juegos de palabras? Nadie desconoce la razón por la cual nos encontramos aquí. La bomba explotó en pleno baile… No sabemos si…

VERDUGO
¿Quién lo sabe?

PAYASO
Del otro lado está la respuesta, verdugo.

VERDUGO
¿Qué propone el payaso que hagamos?

PAYASO
No lo sé. La solución activó la bomba antes de tiempo. Puede que lo despedazara, pero…

MONJE
¡Puede que no!

VERDUGO
¡Bravo, el monje loco ha abierto el pico!

MONJE
¿Quién eres, verdugo?

VERDUGO
¿Y tú, monje?

MONJE
¿Quién eres?

VERDUGO
¡Pregúntaselo al oráculo!

ELLA, quien se ha mantenido inmóvil e invisible, se queja y trata de incorporarse.

PAYASO
¿Qué fue eso?

MONJE
¿Has escuchado?

ELLA
(MUY QUEDO) ¡Ayuda...!

DOCTOR
(YENDO HACIA ELLA) ¡Una mujer!

VERDUGO
¿Aquí...? ¡Imposible!

DOCTOR
¡Silencio!

ELLA
(INCORPORÁNDOSE) Creo que… que voy a… (SE DESPLOMA)    

MONJE
¿Qué sucede?

VERDUGO
¿Quién es ella?

DOCTOR
¡No lo sé! (LA EXAMINA) Lo único que puedo decir es que necesita un médico.

VERDUGO
(ACERCÁNDOSE) ¡¿Aquí?!

DOCTOR
¡No te acerques! (PAUSA. LA AUSCULTA) Preferiría equivocarme, pero esta mujer está…

MONJE
¡Oh, Dios mío!

PAYASO
¿Muerta?

DOCTOR
¡Embarazada!

TODOS
¡¿Qué?!

DOCTOR
Va a nacer un  niño.

MONJE
¿Está seguro? ¡Usted no es un médico!

DOCTOR
Completamente seguro.

VERDUGO
¡Imposible!

DOCTOR
Debemos prepararlo todo.

VERDUGO
Escuche, doctor, ¡o lo que sea! No tiene sentido. ¡De cualquier manera vamos a morir!

        El DOCTOR atiende a la MUJER. Los otros se retiran. Se escucha nuevamente la canción grabada en segundo plano. Las voces y la acción simultáneamente.

GRABACIÓN
No, no, no, no, no, no, no, no, no…

        DOCTOR
        ¡Aquí está!

No, no queremos vivir sin ilusión, queremos sentir el palpitar de un nuevo corazón…

        DOCTOR
      ¡Puje!

No, por favor, escuchen atentamente, palabra por palabra, el dolor que nos desgarra en este vivir sin ton ni son…

        VERDUGO
        ¡Es una locura!

No, no, no, no, no, no, no, no, no…

        PAYASO
        ¡Cállate!

Gritaremos al mundo en confusión, que la vida es más que el simple vivir, vivir, vivir…

        DOCTOR
        ¡Una palmada!

No, no, no, no, no, no, no, no, no…

        DOCTOR
        ¡Vive!

(APLAUSOS)

        VERDUGO
        ¡No lo dejes vivir!

No, no, no, no, no, no, no, no, no…

        VERDUGO
        ¡Es inútil!

La guerra con sus masacres y sus muertes…

        VERDUGO
        ¡No se salvará!

nos empuja a un abismo…

        VERDUGO
        ¡Lo asesinarán también!

No, no queremos guerra…

        PAYASO
        ¡Trataremos de evitarlo!

No, no queremos sangre…

        VERDUGO
        ¡Es inútil!

No, no queremos muerte…

        MONJE
        ¡Tiene que vivir!

No, no queremos hambre… ¡No!    

        DOCTOR
        ¡Respira!    

No, no, no, no, no, no, no, no, no…

        VERDUGO
        ¡Mátalo!

Queremos libertad.

        PAYASO
        ¡Basta, verdugo!

(APLAUSOS)

        MONJE
        ¡No podemos hacer eso!

        VERDUGO
        ¿Qué importa? ¡De cualquier manera, vamos a morir!

(Finalizan bruscamente los plausos)

Todos inmóviles. Entra una luz roja violenta. El VERDUGO y el MONJE sientan al PAYASO sobre la mesa. El DOCTOR continúa atendiendo a la MUJER.

MONJE
(REFIRIÉNDOSE AL PAYASO) Es sólo un niño.

VERDUGO
Cinco años, es suficiente.

MONJE
¿Habla?

VERDUGO
Su lenguaje es imperfecto.

MONJE
¡Escapemos! ¿Vas a permitir que caiga en manos de los sabuesos del general?

VERDUGO
¿A dónde lo llevaremos?

MONJE
A cualquier parte.

VERDUGO
Disfracémoslo de hombre. Cabello largo, barbas…

MONJE
¡Es sólo un niño!

VERDUGO
¡Déjalo crecer, entonces!

MONJE
Se hace tarde.

Los dos se alejan. PAYASO juega con los dedos de su mano derecha, extendidos y con la palma hacia el frente.

PAYASO
Este, se robó un huevo; este, lo puso a cocer; este, lo sacó este, le echó la sal; y este pícaro gordo, se lo comió.

DOCTOR
(ACERCÁNDOSE) ¡De prisa!

VERDUGO
¿Con cuál empezamos?

DOCTOR
El gordo.

MONJE
¿Qué?

DOCTOR
¡Con el pulgar, idiotas!

Tienden al PAYASO sobre la mesa y principian a operar. El DOCTOR toma un micrófono que se encuentra atrás, y describe.

DOCTOR
El pulgar es el dedo más feo de la mano. Es débil e incompleto, pequeño y gordo. (PAUSA) El paciente duerme. Los efectos de las drogas lo han llevado en un viaje de callejones sin salida. (PAUSA) Vemos que, cortando la coyuntura, se separa fácilmente. (TRANS.) ¡Plasma! El corazón late con debilidad. ¡Oxígeno! (PAUSA) El pulgar está finalmente separado del cuerpo. Lo colocan sobre gasa esterilizada. Queda horizontal. Inmóvil. (PAUSA) Proceden a cauterizar. El sudor perla las sienes de los cirujanos. (EL VERDUGO Y EL MONJE SE YERGUEN) ¡La operación ha sido un éxito, señoras y señores. (LEVANTA EL BRAZO DERECHO DEL PAYASO) ¡No más pulgar hacia arriba o hacia abajo o dentro del culo! ¡Será un gobernante justo! (EL PAYASO SE SIENTA. LE ACERCA EL  MICRÓFONO) ¿Unas palabras para el público televidente?

PAYASO
(TOMA EL MICRÓFONO) Querido público, sólo quiero decir que no me dolió nada, y que estaré con ustedes nuevamente, algo más de treinta años después.

        Se apaga la luz roja, quedando la iluminación convencional.

DOCTOR
¡El olor...!

PAYASO
¡No siento nada!

DOCTOR
¡Se ha ido!

MONJE
¡Es verdad!

VERDUGO
Ya no se escuchan golpes contra el cemento.

MONJE
¡Nos hemos salvado!

DOCTOR
¡Salgamos de aquí!

VEDRDUGO
¿Cómo, escarbando con las uñas?

PAYASO
Debe haber un agujero. ¿No sientes el aire?

MONJE
¿Cómo está ella?

DOCTOR
Con fiebre.

PAYASO
Enciende ahora el fósforo, monje. Tenemos que encontrar…

MONJE
No tengo fósforos, ¡maldita sea!

VERDUGO
¿Necesitas luz para cavar tu sepultura, payaso?

PAYASO
Trataré de salir.

DOCTOR
Ella necesita aire.

        El PAYASO desaparece fácilmente por lateral.

ELLA
¿Qué sucedió?

DOCTOR
Todo está bien.

ELLA
(SE PONE DE PIE. TOCÁNDOSE EL VIENTRE) ¿Y el niño?

DOCTOR
No lo despiertes.

VERDUGO
Nació como un marrano y crecerá sin ojos.

MONJE
¡Calla, bastardo!

ELLA
¡No!

VERDUGO
Le falta un dedo de la mano.

DOCTOR
¡Basta!

VERDUGO
¡No más pulgar hacia arriba o hacia abajo o...!

MONJE
Llevémosla fuera, doctor.

VERDUGO
¡Será despedazado por los sabuesos!

DOCTOR
Vamos, mujer.

El MONJE y el DOCTOR sacan a la MUJER. El VERDUGO queda en el centro. Va bajando la intensidad de la luz.

VERDUGO    
El general Manboretá tiene que saber esto inmediatamente. (TOMA EL MICRÓFONO) General, es mi deber informarle que…

GRABACIÓN
No, no, no, no, no, no, no, no, no…

Se desvanece totalmente la .luz. Un reflector sobre VERDUGO que sigue gesticulando y…

        CAE LA LUZ





SEGUNDO MOVIMIENTO

ANDANTE:

Cámara negra. Estructuras de edificios con gradas y plataformas en distintos niveles. El espacio central libre para poder cambiar el mobiliario y ambientar las diferentes escenas con facilidad. Al entrar la luz, el GENERAL MANBORETÁ estará sentado en su silla, sobre la plataforma más alta. A su lado, en la plataforma vecina, el SECRETARIO, quien está parado. Legajos de papel a sus pies.

SECRETARIO
Aún queda una posibilidad, general.

GENERAL
¿Cuál?

SECRETARIO
Que Sebastián no exista.

GENERAL
(FURIOSO) ¿Y me dices eso después de treinta años?

SECRETARIO
Es importante que me escuche, general. (TOMANDO UN LEGAJO DE PAPEL) Después del atentado que sufrió usted en el baile de disfraces, general, fueron capturados tres hombres. ¿No es así?

        El GENERAL asiente.

SECRETARIO
(LEYENDO) “Merino, Poitou y Basilisco, ex directores de los tres diarios de…”

GENERAL
(INTERRUMPE) ¡Fueron ejecutados en público al amanecer del día siguiente!

SECRETARIO
Así fue, general. (LEE) “Los tres reos confesaron plenamente su delito, describiendo con lujo de detalles la forma en que los cuatro hombres disfrazados introdujeron la bomba desarmada; la llegada de la misteriosa mujer, la explosión antes de tiempo y, sobre todo, el nacimiento de un nuevo ser: Sebastián…” (PAUSA) ¿No encuentra usted demasiado “lujo de detalles”? En la confesión de Merino, ex director del diario oficial, se lee: (LEE) “La mujer pertenecía a muestro grupo”. (TRANS.) Mientras que Basilisco y Poitou afirmaron hasta el momento de su muerte que… (LEE) “La mujer había llegado accidentalmente al lugar y dado a luz en forma prematura a causa de la explosión…”

GENERAL
¡Basta! ¿Qué importancia puede tener eso ahora?

SECRETARIO
Vea esto, general. (LE MUESTRA Y LEE) “No pudo comprobarse plenamente la llegada de esos cuatro individuos al baile de disfraces, a pesar de que el control no permitía gente extraña sin la respectiva cartulina. No hubo falsificación, porque las invitaciones estaban numeradas y no faltó o sobró alguna. Según la Guardia de Seguridad…”

GENERAL
¡Esos imbéciles no pudieron ver más allá de sus narices! ¿Vas a decirme que la bomba también fue imaginaria?

SECRETARIO
No he dicho eso, general. Sin embargo, aquí está el informe completo. (M0STRÁNDOLE LOS PAPELES) Cuatrocientas páginas mecanografiadas y otras tantas contradicciones. ¿Se pudo acaso comprobar quien colocó la bomba? ¿Fue acaso posible capturar a esos cuatro hombres, a la mujer o al  niño?

GENERAL
(TOMANDO UN LEGAJO MAYOR DE PAPEL) Más de ochocientas páginas manuscritas y otras tantas faltas de ortografía, pero contiene todo lo concerniente a esas nueve letras: (LE MUESTRA) Ese, e, be, a, ese, te, i, a, ene. ¡Se-bas-tián! (HOJEA Y LEE) “Según informes, en la cuenta número siete, cinco, tres, uno, seis, cuatro, dos del banco de Zurich, Suiza, existe una fabulosa cantidad en dólares americanos, depositada a nombre de…” (TRANS.) ¡Esas nueve letras, naturalmente! (HOJEA. LEE) “Al efectuarse el análisis del artefacto explosivo, pudo comprobarse que estaba formado por sólo cuatro pequeñas piezas…” (TRANS.) No lo digo yo, es la voz autorizada de peritos en la materia. (HOJEA. LE MUESTRA) “Las personas que sobrevivieron a la explosión, coincidieron en decir que vieron a un payaso, un doctor, un verdugo y un monje en actitud muy sospechosa…” (PAUSA. DEJA DE LER) ¡Así podríamos continuar toda la noche, secretario! Pero, veámoslo desde otro ángulo. Aunque de la mujer y del niño nada se supo con certeza, trascendió un detalle muy importante; al niño le falta el pulgar de la mano derecha. ¿Sabías eso?

SECRETARIO
¡Por supuesto, general, pero…!

GENERAL
¿Sabes también que el pueblo espera a Sebastián de un momento a otro?

SECRETARIO
Sí, general, pero…

GENERAL
He redoblado la vigilancia en las fronteras. Sería más fácil atravesar un nido de vívoras que entrar a Pueblo Grande sin ser visto… ¡He reforzado la guardia en palacio! (CON VOZ GRAVE) Y hay algo que no debes olvidar. ¡Quiero a Sebastián… (AFÓNICO) …y lo quiero vivo!

SECRETARI
Sí, general.

El SECRETARIO sale rápidamente por lateral. El GENERAL se sienta. La luz cambia de tonalidad a verde. Entra SEBASTIÁN y se detiene en el centro de la escena, abajo. Es un hombre con traje de marinero, pantalón corto y medias hasta debajo de la rodilla. El GENERAL permanecerá inmóvil, como dormido. SEBASTIÁN no lo verá.

SEBASTIÁN
(JUEGA CON LOS DEDOS DE SU MANO SIN PULGAR) Este, se robó un huevo; este, lo puso a cocer; este, lo sacó; este, le echó la sal… (TRANS.) ¡Mamá, ¿dónde está el pícaro gordo que se lo comió?!

ELLA
(DESDE AFUERA) ¡No sé, hijo!

SEBASTIÁN
(PAUSA. CAMINA PENSATIVO) Me siento un poco árbol, mamá. (CORRE Y SE DETIENE SOBRE UNA PLATAFORMA) Un árbol tiene también sangre y pulmones, ¿no es verdad? Está sólidamente plantado en la tierra. Es grande y fuerte. Sus ramas son altas y profundas sus raíces. Su copa bebe los vientos. Resiste temporales y huracanes. Está siempre de pie, erguido; y cuando muere, se queda allí quieto, inmóvil… (SE SUJETA A UN CABLE QUE PENDE DEL TECHO Y SE BALANCEA SUAVEMENTE) Me siento un poco fruto ya podrido, mamá. Tal vez un poco alimento de gusanos. El viento mece las ramas, las ramas mecen los frutos, los frutos caen del árbol y se estrellan en tierra.

SEBASTIÁN se suelta del cable y cae a los pies del DOCTOR que acaba de entrar.

DOCTOR
(AYUDÁNDOLO A LEVANTARSE) ¿Está tu madre, muchacho?

SEBASTIÁN
(SEÑALANDO) En la cocina.

El DOCTOR sale en la dirección indicada. SEBASTIÁN queda un momento pensativo y retoma su juego.

SEBASTIÁN
(SUBE A OTRA PLATAFORMA) El árbol es grande y fuerte, ¿eso qué importa? Y si muere de pie, en cuatro patas o tendido, ¿importa eso, mamá?

ELLA
(DESDE AFUERA) No, Sebastián. No importa.

SEBASTIÁN
(CAMINANDO ENTRE Y SOBRE LAS ESTRUCTURAS) Me siento un poco ave. Tal vez un poco trino, mamá. Un ave también está entre cielo y tierra… (SE BALANCEA SUAVENTE) Pendiendo, con los hilos invisibles de la vida. Ave y trino. Cielo y tierra. (SALTA. SE SIENTA EN EL SUELO) Me siento un poco ave en la parrilla, mamá. El trino no es sin ave. El ave no es el trino. Si cortamos los hilos invisibles de la vida, ¿qué nos queda, mamá?

MONJE
(QUE ACABA DE ENTRAR) La misma basura de siempre, Sebastián. ¿Dónde está tu madre?

SEBASTIÁN
(SEÑALA) En la cocina, con el doctor.

MONJE
Gracias.

El MONJE sale. SEBASTIÁN queda pensativo. Después de corta pausa llegan el PAYASO y el VERDUGO.

PAYASO
¿Cómo estás?

VERDUGO
¡Hola! ¿Dónde está tu madre?

        SEBASTIÁN señala. Ellos salen. Pausa. Se balancea de nuevo.

SEBASTIÁN
¡Es curioso! Sólo falta que… (SE SUELTA Y CORRE EN DIRECCIÓN A LA COCINA) ¡Mamá,  ¿el pícaro gordo va a venir también?!

ELLA
(DESDE AFUERA) No, hijo.

Con tristeza, SEBASTIÁN deja caer los brazos y se sienta en las gradas a llorar. El GENERAL se ha levantado y baja hasta su lado.

GENERAL
¿Qué te pasa, hijo?

SEBASTIÁN lo mira. Primero sorprendido. Luego con inmensa alegría. Corre hacia la cocina.

SEBASTIÁN
¡Mamá!

GENERAL
No la llames. Ven.

SEBASTIÁN
(ACERCÁNDOSE LENTAMENTE) Tú eres el gordo.

GENERAL
Así es.

SEBASTIÁN
¡Sabía que ibas a venir!

GENERAL
¿De verdad?

SEBASTIÁN
Sí. Todos los días le preguntaba a mamá. (TRANS.) ¿Por qué me mentiría?

GENERAL
No lo sé.

SEBASTIÁN
Lo importante es que has llegado. Bueno, ¿cómo te fue?

GENERAL
No puedo quejarme, Sebastián.

SEBASTIÁN
¿De dónde vienes?

GENERAL
Pueblo Grande es una ciudad, ¿sabes? Ver una calle es perderse en el laberinto. Diagonales, transversales, paralelas. Los buses escupiendo diesel hasta por los tornillos. Los conductores transpirantes de aceite de frenos, gonorrea y perfume “siete rosas” o algo así. No fumar. Mantenga la derecha. Estado de sitio. El policía de la esquina es su amigo. Y en fila india, automáticamente, casa prefabricadas, un café negro, pague hoy y muérase mañana.

SEBASTIÁN
¿Estás cansado? ¿Quieres sentarte? (LE SEÑALA LAS GRADAS)

GENERAL
Gracias. (SE SIENTA. SEBASTIÁN SE BALANCEA) Has crecido, Sebastián.

SEBASTIÁN
Creo que sí. (PAUSA. SE PLANTA FRENTE A ÉL, DESPUÉS DE SOLTARSE) General, ¿es posible que uno pueda ser otro sin dejar de ser uno mismo? Me refiero a algo así como poder decir: yo soy aquel.

GENERAL
¿Cómo en un espejo?

SEBASTIÁN
No. En un espejo uno se mira al revés.

GENERAL
¿Soñando, acaso?

SEBASTIÁN
Tampoco, general. (SEÑALA HACIA UNA PLATAFORMA) Yo soy aquel. ¿Lo ve? Allá, sobre la plataforma más alta. ¿Lo ve usted? (SUBE A LAS ESTRUCTURAS) Yo también lo veo. Sé que es diferente siendo igual. Lo observo cuando se afeita, cuando orina, cuando cruza la calle y llega rendido a su cuarto y se tumba vestido sobre la cama sin hacer desde hace tiempo. Comparte una rodaja de pan o un proyecto o cualquier cosa. Tiene diarrea, dientes cariados, tumores, absesos. Rumia una fuga de salto, barbitúricos o venas. Un escape de ron, yerba, librium 25, calibre 9 milímetros, me da igual. Has esto y aquello. Levántate y camina. Y lo observo por dentro y por fuera. Le doy vuelta como a una sobrefunda. Lo abro con una Gillette de cogote a pubis y vacío su caja toráxico y coso son seda fina. Y se levanta y camina. Y se baña y defeca.

GENERAL
(PONIÉNDOSE DE PIE) Has crecido, Sebastián. (TRANS.) Quiero ver a tu madre.

SEBASTIÁN
(SEÑALA) En la cocina.

GENERAL
¿Quieres ir al zoológico esta tarde, Sebastián?

SEBASTIÁN
¿Irá mamá también?

GENERAL
¡Claro! Todos estaremos allí.

SEBASTIÁN
¡De acuerdo!

GENERAL
Debes estar listo a las tres.

El GENERAL sube, sentándose en su silla, quedando inmóvil y en la misma posición que al principio. SEBASTIÁN se balancea.

SEBASTIÁN
Nunca he ido al zoológico. ¿Es allí donde se ven reunidos a todos los animales de Dios, mamá?

ELLA
(DESDE AFUERA) Sí, hijo.

SEBASTIÁN salta. Cuando quiere tomar el cable de nuevo, este desaparece por el techo. Sale sin decir una palabra. Pausa. La luz vuelve a su tonalidad inicial. Entra el SECRETARIO y se acerca al GENERAL.

SECRETARIO
General, no hay huellas digitales ni fotografías ni partida de nacimiento. Hemos dado vuelta a Pueblo Grande, buscando inútilmente un indicio.

GENERAL
¿Han ido al zoológico?

SECRETARIO
No.

GENERAL    
¡Allí lo encontrarán!

SECRETARIO
¿Cómo lo sabe, general?

GENERAL
Tuve una corazonada. Más bien creo que fue un sueño.

SECRETARIO
¿Se siente bien?

GENERAL
¡Por supuesto! Busquen al marinero alto y fuerte. El pulgar de la mano derecha le fue amputado… No lo maltraten.

SECRETARIO
(CON DUDA) ¿En el zoológico, un marinero alto, fuerte y sin pulgar?

GENERAL
Sí. Y lo quiero vivo.

SECRETARIO
A la orden, general. (SALE RÁPIDAMENTE)

GENERAL
¿Es posible ser otro sin dejar de ser uno mismo? (RÍE) Sebastián, ¡tú eres aquel!

Señala el centro del escenario, donde se enciende un reflector de luz blanca.

GENERAL
¡Tú eres aquel, Sebastián! Te mantienes a flote en un océano de papel. Llueve papel. Se suceden a correntadas a tinta, impresos, mecanografiados, a lápiz, fotocopias; legajos y cuartillas escritos por las dos caras. Rollos de papel higiénico. ¡Miles! (PAUSA) No pudiendo soportar más, acabarás por hundirte. En el fondo, en los abismos insondables de ese mar sin playas, te sentarás a llorar. (PAUSA) Has dejado enfriar el café de nuevo. Los papeles se irán acumulando sobre tu escritorio, indefinidamente, hasta asfixiarte. Las tiras de papel higiénico, enrollándose en tu cuerpo, te convertirá en la momia del siglo XX. (PAUSA) Llegarán científicos de todas las partes del mundo. Tus biografías serán leídas por adolescentes que se masturban y solteronas que usan Tampax. Las nuevas generaciones tendrán un héroe que un día fue de carne y hueso, pan y vino. Los historietistas japoneses te inmortalizarán en las tiras cómicas de los domingos. (PAUSA) Mientras tanto, ya te encontrarás en las frías entrañas de un laboratorio donde, milímetro y micra, será seccionado, estudiado, clasificado. Tu expediente ocupará toda una bodega. Tu mascarilla funeraria, comercializada y reproducida por millones, ocupará sitiales de honor junto a trofeos de caza mayor, cabezas reducidas amazónicas y máscaras rituales de Sumatra. Tu sudario, aun conservando la huella cóncava de tu cuerpo, será guardado bajo siete llaves en las bóvedas de la Catedral Metropolitana y cada cien años será objeto de un análisis microscópico para determinar por milésima vez su autenticidad. Curanderos recetarán un gramo de sudario envuelto en chicha, garantizando la fertilidad de quien lo ingiera. Se erigirán monumentos y templos. Se dará vida y muerte en tu nombre. ¡Habrás salvado entonces a la humanidad!

El reflector blanco se apaga, dejando la escena en penumbra. Rápidamente entran cinco pequeñas jaulas con el PAYASO, el DOCTOR, la MUJER, el VERDUGO y el MONJE en el interior de cada una. Son dejadas en el fondo. Una banca de parque, con el frente hacia las jaulas, y en proscenio izquierda, donde se sentará el GENERAL. Entrará lentamente una luz azul que subirá a su mayor intensidad cuando todos los elementos de la escena estén en su lugar. Entra SEBASTIÁN y se detiene frente a las jaulas.

SEBASTIÁN
Gracias por traerme, gordo; nunca había estado en un parque zoológico.

GENERAL
Es un placer, Sebastián.

SEBASTIÁN
Me imaginaba esto de otro modo. ¿Por qué están enjaulados?

GENERAL
Son peligrosos.

SEBASTIÁN
Parecen inofensivos. Se ven hasta tristes. ¿Qué han hecho?

GENERAL
En un principio, se les dejó vivir entre nosotros. Todos juntos, como hermanos. La población empezó a crecer. En pocos años se duplicó y en otros tantos se triplicó. Empezaron casi a devorarse y devorarnos. ¡Fue horrible! (TRANS.) No te acerques mucho, Sebastián.

SEBASTIÁN
(ALEJÁNDOSE DE LAS JAULAS) ¿Eso fue todo?

GENERAL
No, muchacho. Fue necesario ignorar algunas leyes y emitir otras. ¿Quién pensó en la conservación de la especie? Se les cazó sin descanso. Cayeron por manadas. Aprovechamos su carne, su sangre, sus vísceras. Se impuso la moda de los collares de vértebras y dientes, de los abrigos de piel. Los exportamos en cantidades fabulosas, inundando el mercado mundial. Esa fue nuestra salvación económica…

SEBASTIÁN
¿También a los cachorros?

GENERAL
Sí, Sebastián. La matanza fue espantosa. Sobrevivieron apenas algunos ejemplares de la especie en el país. (SEÑALA LAS JAULAS) Esos que ves allí, son los últimos que quedaron. Los encerramos para salvarlos de una  muerte segura.

SEBASTIÁN
¿Quieres decir que no hay más?

GENERAL
No, Sebastián. (TRANS.) Es decir, no aquí. Falta uno que no hemos podido encontrar. (SEÑALA A LA MUJER ENJAULADA) El crío de la hembra.

SEBASTIÁN
Tal vez murió.

GENERAL
O quizá no nació nunca.

SEBASTIÁN
(ACERCÁNDOSE) Se ven tristes.

GENERAL
No lo están.

SEBASTIÁN
Parecen inofensivos.

GENERAL
¡No te cerques!

SEBASTIÁN
¿Por qué no los dejas salir?

Pausa corta. El GENERAL se planta frente a él, lo toma de los hombros, obligándolo a sentarse en la banca.

GENERAL
No te acerques, Sebastián… ¡es peligroso! (TRANS. ANGUSTIADO) ¿Puedes regalarme papel?

SEBASTIÁN le entrega un rollo de papel higiénico. El GENERAL corre a sentarse en su silla, sobre la plataforma, quedando inmóvil. Los cuatro hombres y la MUJER salen de las jaulas. Se acercan a SEBASTIÁN que duerme en la banca.

DOCTOR
(ACERCÁNDOSE) ¿Será él?

PAYASO
¿Cómo saberlo?

DOCTOR
Le fue amputado el pulgar a los cinco años.

VERDUGO
¡Una operación sencilla!

MONJE
¡No le dolió nada!

VERDUGO
No más pulgar hacia arriba…

MONJE
O hacia abajo…

VERDUGO
O…

PAYASO
¡Será un gobernante justo!

DOCTOR
(A LA MUJER) ¿Lo reconoces?

ELLA
No sé…

DOCTOR
Se trata de tu hijo… ¡Tienes que saberlo!

ELLA
Él tenía un cuchillo. Lo empuñaba fuertemente, la hoja en mi garganta. Sus ojos en mis ojos. Su mano deslizándose sobre mi piel. No sentí miedo ni asco. ¡Si me lo hubiera pedido! Destrozó mi vestido. Sin desviar sus ojos de mis ojos. Fijos. Sin retirar el cuchillo de mi garganta… ¡Me atravesó, dejándome ensartada en el suelo!

MONJE
¡Basta!

VERDUGO
La carne es débil.

ELLA
Fue la primera vez. ¡Yo no quería! Después por una manta, por un pan… ¡Y no quería! (PAUSA. ACARICIA EL CABELLO DE SEBASTIÁN) Desde pequeño fue muy enfermo. Lo perdí una noche cualquiera. No lo vi más. (SE RETIRA) ¡No sé si es él..! ¿Cómo saberlo? Han pasado tantos años.

PAYASO
Debes preguntarle.

ELLA
Está dormido.

PAYASO
Le preguntaré yo.

ELLA
No lo despiertes.

PAYASO
Tenemos que saber. (LO DESPIERTA) ¿De dónde vienes?

SEBASTIÁN
(DESPERTANDO) De treinta años de exilio.

ELLA
(SE SIENTA A SU LADO) ¿Qué has aprendido, hijo?

SEBASTIÁN
El juego de los dedos de la mano.

Los cuatro hombres toman los extremos de la banca y la sacan con ELLA y SEBASTIÁN sentados. La luz se desvanece. Entra la iluminación general. Aparece el SECRETARIO y se detiene en el centro.

SECRETARIO
(DESDE ABAJO) ¡Fuimos al parque, general!

GENERAL
(COMO DESPERTANDO DE UN SUEÑO) ¿Sí..?

SECRETARIO
Fuimos al zoológico.

GENERAL
¿Sí, secretario?

SECRETARIO
A las tres en punto.

GENERAL
¿Y bien?

SECRETARIO
Buscamos al marinero alto y fuerte…

GENERAL
(PONIÉNDOSE DE PIE) ¡Por supuesto, secretario...! ¿Vas a decirlo de una vez?

SECRETARIO
No lo encontramos, general.

GENERAL
¿Qué dices?

SECRETARIO
¡No había marinero alguno!

GENERAL
(BAJANDO) ¿Estás seguro?

SECRETARIO
Sí, general.

GENERAL
(EXPLOTANDO) ¿¡Vieron las manos!?

SECRETARIO
Vi tantas manos como nunca en mi vida. Dedos cortos y largos. Gruesos y delgados. ¡Diez exactos, general! Manos de obrero y artista, de niño y de viejo…

GENERAL
¿Quieres decir que todo está perdido?

SECRETARIO
No, general. Buscamos también en las calles. Pusimos barricadas. ¡Tenemos a Sebastián!

        CAE LA LUZ





TERCER MOVIMIENTO

FUGA:

Cámara negra. El Salón de Recepciones en Palacio. Mesa con nueve sillones. La bandera tricolor y el viejo reloj atrás. Entra el GUÍA seguido por los SIETE TURISTAS del principio, quienes disparan sus cámaras fotográficas, anotan y observan.

GUÍA
(ENCIENDE LA LUZ) And this is the reception room… (CON ACENTO) Y es-te es el sa-lón de re-cep-cio-nes.

TODOS
¡Oh..! (ANOTAN, DISPARAN, ETC.)

GUÍA
Bueno, esa noche todo era movimiento en palacio. El general de caballería Manboretá dejó el despacho presidencial a las seis en punto, como era su costumbre. Desde ese momento, todo fue correr de arriba abajo haciendo toda clase de preparativos. La cena debía estar lista a las ocho. Hora del meridiano de Greenwich. El general se paseaba por la cocina, por este salón, por los corredores y volvía a empezar por la cocina. Observaba detenidamente, paso a paso, cada una de las etapas. Salió bufando cuando se le informó que los primeros invitados habían llegado. (PAUSA) No está de más aclarar que yo, el chef de cocina, estaba allí de pie, sin decir una palabra y si perder detalle de lo que ocurría esa noche maravillosa. (SEÑALA UN LATERAL) Hacia allá está la cocina. Pueden husmear con toda confianza.

Lo hacen. Todos salen, menos el GUÍA. La luz irá cambiando de tonalidad hasta convertirse lentamente en azul. Los TURISTAS vuelven con sombrero y levita, y con mantilla las MUJERES.

GUÍA
Minutos antes de las ocho, la cena estaba lista. (LOS TURISTAS SE SIENTAN, DEJANDO LIBRES LAS SILLAS DEL CENTRO) ¿Pueden imaginar diez y seis ojos puestos en la misma dirección? (LOS TURISTAS MIRAN FIJAMENTE A LA PUERTA DE LA COCINA) Pues bien, los invitados no apartaban la vista de la puerta. Allí estaban. Fijos. Estrábicos… (TRANS.) “Tuve un carruaje con caballos de madera. Y soldaditos de plomo. Y…” (TRANS.) Los discursos se sucedían para matar el tiempo. (TRANS.) “Tuve un gato y un canario. El gato se comió al canario. ¿Debí comerme al gato?” (PAUSA) La comida se enfriaba, señores. ¡Y no se contrata a un chef de cocina internacional para hacerle eso!

        Aquí, la luz ha llegado a su mayor intensidad. Las MUJERES toman el uniforme de general y principian a vestir al GUÍA. Un TURISTA se pone de pie.

TURISTA UNO
(COMO ORADOR) Me vi forzado a huir, tirando caballos de madera y soldaditos de plomo como se suelta el lastre.

        TURISTA DOS
        (IGUAL QUE UNO) No fue necesario comerme al gato.

TURISTA UNO    
Crecí en el centro de un parque, entre el verde y un par negro y otro café.

        TURISTA DOS
        Aprendí entonces el juego de los dedos de la mano.

TURISTA UNO
Siempre me gustaron las botas relucientes.

        TURISTA DOS
        No más pulgar hacia arriba o hacia abajo o…

TURISTA UNO    
Una patada e el culo me situó bajo techo, pan y diana.        

        TURISTA DOS
        Me fue amputado el pulgar a los cinco años.

TURISTA UNO
A los quince, vestí el uniforme.

        TURISTA DOS
        No me dolió nada.

TURISTA UNO
Un día me hice hombre.

        TURISTA DOS
        Quedó frío, horizontal, inmóvil.

TURISTA UNO
Fue después de lo del pelotón de fusilamiento.

        TURISTA DOS
        ¿Por qué ese dedo y no otro?

TURISTA UNO    
Apretar el gatillo fue fácil.

        TURISTA DOS
        Era gordo.

TURISTA UNO    
Luego, otra y otra vez.

        TURISTA DOS
        Era feo.

TURISTA UNO    
Pero, ¿para qué hablar de eso?

        TURISTA DOS
        Era incompleto.

TURISTA UNO    
Recuerdo mi carruaje tirado por caballitos de madera.

        TURISTA DOS
        Sobre gasa esterilizada.

TURISTA UNO    
Mis soldaditos de plomo.

        TURISTA DOS
        Traigo cien rollos de papel higiénico como exceso de equipaje.

TURISTA UNO    
Eso quedó atrás.

        TURISTA DOS
        Ya no tengo un gato o un canario.

TURISTA UNO    
Mis soldados rellenan de plomo.

        TURISTA DOS
        He venido por mi voluntad.

TURISTA UNO    
¡Decreté bajo pena de muerte el engendrar a un nuevo ser!

        TURISTA DOS
        Y estoy vivo.

El viejo reloj da ocho campanadas. El GENERAL se sienta. Los dos TURISTAS y las MUJERES lo hacen también. Queda sin ocupar el sillón del centro.

GENERAL
(PONIENDOSE DE PIE) Bien, nadie ignora que es una ocasión trascendental lo que nos ha reunido esta noche alrededor de una mesa. Si de comparar se tratara, creo que diría simplemente: Ha vuelto el hijo pródigo. Bienvenido. (APLAUSOS DESGANADOS) Así es, señoras. Ha llegado Sebastián, señores. Está aquí, entre nosotros. (APLAUSOS MÁS DESGANADOS) La cena será servida inmediatamente. Pueden principiar sin mí. ¡Iré a lavarme las manos!

Da dos palmadas y sale. Del techo empieza a bajar una gran tabla suspendida con cables. Contiene la cena. Todos se abalanzan sobre el alimento y devoran como fieras hambrientas. El GENERAL vuelve. Se seca las manos con una toalla y la arroja al centro de la escena. La luz vuelve lentamente a su color original.

GENERAL
“He venido a salvar a mi pueblo”, fue todo lo que dijo cuando le pregunté qué quería. Le hablé de Pueblo Grande. Le dije que ya era una ciudad. Le mostré los autos conducidos por hombres que se afeitan, mujeres que mascan chicle, y niños que lloran, orinan y joroban. Quedé casi afónico explicándole que cualquier cosa que viniera a ofrecer, ya fuera paz, amor, libertad, no haría eco en un pueblo que conquista otros planetas para destruir el propio. (PAUSA. SE SIENTA SOBRE LA TOALLA, EN EL SUELO) Me duelen los pies. No podré calzar más estas botas, me quedan pequeñas. (LAS MUJERES LO PRINCIPIAN A DESVESTIR EUFÓRICAMENTE) ¡Aquí no, señoras…! ¡Calma, por favor…!

        Los hombres se quitarán sombrero y levita. Las MUJERES levan al GENERAL sobre la mesa y todos se abalanzan sobre él. Cuando la luz brillante esté en su mayor intensidad, el grupo se separa. Se verá entonces al GUÍA inclinado sobre la mesa y con una lupa en la mano. Toman fotografías, anotan, etc.

GUÍA
¿Observan? Un cabello humano.

MUJER
¿Qué demuestra eso?

GUÍA
Que Sebastián…

TURISTA DOS
No creemos nada.

GUÍA
No tienen que creerme. Es la historia.

MUJER DOS
Sí. Y es una historia muy interesante, señor guía.

MUJER UNO
¿Llegó Sebastián en realidad?

TURISTA UNO
Nadie lo vio.

MUJER UNO
¿Y usted?

TURISTA TRES
Además, un pulgar le puede faltar a cualquiera. (MUESTRA SU MANO SIN PULGAR)

GUÍA
Yo diría que…

TURISTA CUATRO
Es un pintoresco país, no cabe duda.

TURISTA CINCO
Cierto. Vamos a comer. (INICIAN MUTIS)

GUÍA
Un momento, por favor.

MUJER UNO
¿Quiere agregar algo a esa fábula?

MUJER DOS
¿Piensa decirnos lo que se comió esa noche?

GUÍA
Bueno, es un poco difícil de explicar. Somos un país civilizado. Por ejemplo, si nos roban una espada, metemos al ladrón en la cárcel, como en cualquier parte.

MUJER UNO
(DISCULPÁNDOSE) Un souvenir…

GUÍA
Sin embargo, hoy es uno de esos días en que me siento capaz de cualquier cosa. Me gustaría que su estancia en Pueblo Grande fuera inolvidable. ¿Quieren acompañarme a las bóvedas de la Catedral Metropolitana, donde bajo siete llaves se encuentra...?

TODOS
¡Noooooooooooo…!

        Escapan rápidamente. El GUÍA ríe. Apaga la luz.

        APAGÓN