La profecía 2
© 2004: Manuel Corleto

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La profecía 2
Manuel Corleto

(DIEZ ESCENAS)

PERSONAJES:
CAMPO QUICHÉ:
AHKÍN, REY QUIKAB, PRÍNCIPE QUICHÉ, HIJA MAYOR, HIJA MENOR, TEPÉ, IXCOT, SAQUIMUJ, TECÚN UMÁN, HUITZIZIL ZUNÚN, TEPEPÉ, EL HABLADOR, EL ANCIANO, MÚSICOS

CAMPO ESPAÑOL:
PEDRO DE ALVARADO, CARRILLO, DE LEÓN CARDONA, JORGE ALVARADO, DIEGUILLO, PADRE DÍAZ, LA VIRGEN

Escena I, LA VISIÓN. Escena II, LA CORTE QUICHÉ. Escena III, LA CORTE DE TECÚN. Escena IV, TECÚN EN LA CORTE QUICHÉ. Escena V, LOS CONQUISTADORES. Escena VI, LA EMBAJADA. Escena VII, EL DESAFÍO. Escena VIII, LA BATALLA. Escena IX, LA MUERTE DE TECÚN. Escena X, VIVA EL REY.




E S C E N A   I   -   LA VISIÓN

Sonido de volcán en erupción que sube de volumen y lo llena todo. Aparece AHKIN y canta detrás de una pared de luz y sombra.

AHKÍN
    ¿Es lluvia lo que nubla mis ojos? ¿Es llanto lo que moja mi rostro y mis manos? ¿O es sangre lo que empapa mi cuerpo y mis pies?
    (CRUZA LA PARED) Hueles a lava. A muerte. A rapiña. Muertemuertemuertemuertemuerte.
    (GRITA) ¡Dioses! Os escupirán el rostro. Vaciarán la cuenca de vuestros ojos de esmeraldas.
    Saquearán vuestros templos en busca del dorado metal de su codicia.
    (HABLA EN LENGUA) Tercera parte hombre. Tercera parte bestia. Tercera parte dios. Hay eco duplicado de pasos y jadeos. Sonido de armas y juramentos.
    Frío choque de corazas y estandartes.
    (GRITA Y CANTA) Un cruel presentimiento. Un negro signo anuncia a mi pueblo su hora final.
    Verdeverdeverdeverdeverdeverdeverdeverde.
    Quemarán vuestros signos y adoraciones.
    Invocarán del polvo y las cenizas la celebración del culto y de sus ritos.
    Te veo llegar.
    Corvo pico.
    Afiladas garras.
    Extendidas tus alas sobre los cuatro puntos cardinales.
    Las cuatro esquinas de mi pueblo.
    (HABLA EN LENGUA) Las tres cosas. Resplandeciente como el sol. Las tres cosas. O ninguna.
    ¡Reyes! Os harán cautivos.
    Vasallos de un monarca extraño.
    De un dios al que llaman verdadero.
    Las hijas paren hijos que son hijos del mar y la lujuria.
    Del azote y la servidumbre.
    (HABLA EN LENGUA) Las voces pierden significado.
    Los pechos se tornan púrpura.
    Otros signos nos rodean.
    Del otro lado.
    De los confines de la tierra.
    Allende montañas y ríos.
    Vuestro rango, insignias y linaje son degradados.
    Saqueadas vuestra casa y posesiones.
    Hijos de los primeros para llegar a ser los últimos.
    Mi carne arde en la hoguera.
    Mi sangre fluye a torrentes.
    ¡Abuelos! ¡Muchachos! Moriremos una y mil veces.
    (HABLA EN LENGUA) En camino del reencuentro con el tiempo perdido.
    En busca del lugar donde enterraron el ombligo de los dioses.
    En espera del momento.
    Como antes.

AHKÍN desaparece detrás de la pared de luz.





E S C E N A   I I   -   LA CORTE QUICHÉ

Música cortesana. Entran REY QUIKAB, EL HABLADOR, PRÍNCIPE QUICHÉ, IXCOT, HIJA MAYOR e HIJA MENOR.

EL HABLADOR
(CANTA EN LENGUA)

HIJA MAYOR
¿Padre mío qué os pasa?

EL HABLADOR
(COMO ANTES).

HIJA MENOR
¿Señor por qué os afligís?

CORO
(CANTA).

HIJA MAYOR
¿Mi rey qué es lo que sentís?

EL HABLADOR
Fatalidad. El cielo se cierra ante nuestros ojos.

REY QUIKAB
Los signos son claros, hijas mías. He soñado.

PRÍNCIPE QUICHÉ
¿El sueño que siempre soñáis, Señor? Dejadme sacrificar un perro o una doncella.

IXCOT
Tomad mi hija.

SAQUIMUJ
Y la mía.

REY QUIKAB
Dos hermosas vírgenes para aplacar la ira de los dioses.

EL HABLADOR
Fatalidad. Apartan la vista de nosotros.

PRÍNCIPE QUICHÉ
¡Callad! Conozco ese sueño como si yo mismo lo hubiera soñado. ¿Se ha roto la flecha contra la piedra Ojo de Agua?

REY QUIKAB
Esta vez no, Príncipe Quiché. Tensé el arco. La flecha hizo añicos la dura roca.

EL HABLADOR
Fatalidad. Ojo de agua. Cayahuanca. Piedra sagrada de mi pueblo.

REY QUIKAB
¡Preparad todo para el rito de la sangre!

IXCOT
Que corra la mía a torrentes, Señor.

SAQUIMUJ
Arrancadme los ojos, Quikab. Tal vez aplaquen la ira del espíritu de los sueños en la montaña.

EL HABLADOR
Fatalidad. Es tarde ya. Se acaba el tiempo. (CANTA)

Entra corriendo TEPÉ y se postra a los pies del rey.

TEPÉ
Los he visto, Señor. Vienen llegando.

PRÍNCIPE QUICHÉ
¿De qué hablas, Tepé? ¿Quiénes se acercan?

TEPÉ
Tienen cuatro patas y escupen fuego por la boca.

REY QUIKAB
¡Que los dioses me confundan si no hablas!

TEPÉ
El vasto imperio mejicano ha caído y sus reyes han sido muertos en la fe del extranjero. Los invasores se dirigen hacia acá para extender sus dominios, Señor.

PRÍNCIPE QUICHÉ
¡No pasarán, noble rey!

IXCOT
Erizaremos de púas ponzoñosas los valles y montañas.

REY QUIKAB
¿Y si estamos condenados a sufrir igual suerte? Tienen un poderoso rey en otras tierras. Son aguerridos y no se detienen ante nada. Llevan una mujer como estandarte y una cruz en el pecho.

PRÍNCIPE QUICHÉ
Nuestros guerreros son diestros en la lucha, rey Quikab. Si osan venir, ni cruces ni estandartes evitarán su destrucción.

EL HABLADOR
Fatalidad. ¿Dónde quedó el verde de tus valles y montes, el verde de las plumas del pájaro quetzal, serpiente emplumada, Gukumatz, Kukulkán, Quetzalcoatl?

REY QUIKAB
Se acerca el fin de los tiempos. No he de gobernar más sobre esta tierra.

PRÍNCIPE QUICHÉ
¿Quién si no ha de hacerlo, Quikab? ¿Quién ha de salvaguardar nuestra grandeza?

IXCOT    
Dad la orden, Quiché, y tus caciques, juntos, iremos a la victoria.

TEPÉ
Nuestras flechas se bastan contra ellos.

SAQUIMUJ
En pie de guerra cada cerbatanero.

TEPÉ
Los guiaremos a los despeñaderos.

EL HABLADOR
Fatalidad.
La hierba se seca bajo sus pisadas y el fuego consume lo que tocan sus manos.

PRÍNCIPE QUICHÉ
¿Cómo son esas bestias? ¿Qué es lo que hacen?

TEPÉ
Ocasionan destrucción y muerte. Libramos dos batallas contra ellos, una en la frontera y otra en el valle de mi pueblo.

REY QUIKAB
Hubiera preferido que una flecha me atravesara el corazón.

PRÍNCIPE QUICHÉ
No os aflijáis, Quiché. El sol se oculta en el poniente, como siempre.

REY QUIKAB
Pero Tonatiuh, su hijo, no tardará en ponerse sobre nuestros dominios.

TEPÉ
Es la voz del volcán.

SAKIMUJ
Es el eco de piedras arrastradas por el río.

REY QUIKAB
¡Dejadme solo!

HIJA MAYOR
No nos despidáis así, padre amado.

HIJA MENOR
Tomad nuestra vida en sacrificio.

SAQUIMUJ
Pagarán cara la osadía de pisar nuestras tierras.

TEPÉ
Servirán de alimento a las aves de rapiña y sus huesos serán blanqueados por hormigas y zompopos.

SAQUIMUJ
Haremos un festín con sus despojos.

EL HABLADOR
Fatalidad. Los signos extranjeros nos rodean, los pechos se tornan púrpura, las voces pierden significado.

REY QUIKAB
Estoy viejo, cansado. Mi reino corresponde al pasado. El futuro de mi raza está en manos de los dioses.

PRÍNCIPE QUICHÉ
¿Quiere decir que no hemos de luchar, Quiché?

REY QUIKAB
Está escrito que el fuego ha de consumirnos carne y huesos, que la sangre correrá a torrentes, ahogándonos.

PRÍNCIPE QUICHÉ
Dad la orden, Quiché. Nombrad presto al general de vuestro ejército.

REY QUIKAB
Id a ver a Tecún, dadle noticia.

PRÍNCIPE QUICHÉ
Así se hará, Señor. Estad tranquilo.

REY QUIKAB
Decidle que lo espero cuanto antes. Y a Huitzizil Zunún que también venga.

PRÍNCIPE QUICHÉ saluda y sale junto con toda la corte, quedando únicamente en la escena el REY QUIKAB, EL HABLADOR, HIJA MAYOR e HIJA MENOR.

EL HABLADOR
(CANTA).

HIJA MAYOR
Me siento desfallecer. Toma mi mano.

HIJA MENOR
Estás temblando. También yo tengo miedo.

HIJA MAYOR
¿Cómo será?

HIJA MENOR
¿Quién?

HIJA MAYOR
El extranjero.

HIJA MENOR
Debe tener la piel llena de escamas.

HIJA MAYOR
Siento curiosidad por conocerlo. No es un hombre común aquel que brilla.

HIJA MENOR
También brilla en el árbol la serpiente.

EL HABLADOR finaliza su canto, saliendo con REY QUIKAB. Son observados por las doncellas. Pausa. HIJA MENOR se enjuga una lágrima. HIJA MAYOR toma de la mano a su hermana.

HIJA MENOR
¿Por qué será que se da por vencido nuestro padre, hermana?

HIJA MAYOR
Nadie lucha contra la profecía.

HIJA MENOR
Debemos hacerlo. Defender nuestro mundo.

HIJA MAYOR
Todos moriremos.

HIJA MENOR
Yo he de hacerlo dos veces, si es necesario. La primera, físicamente, para honrar a los dioses. La segunda, espiritualmente, para que tú vivas.

HIJA MAYOR
No te comprendo.

HIJA MENOR
Sientes fascinación por el extranjero.

HIJA MAYOR
Curiosidad por conocer su mundo.

HIJA MENOR
Que terminará por tragarse entero al nuestro.

HIJA MAYOR
Sigo sin comprender.

HIJA MENOR
No importa. Vayamos con los otros.

Salen las dos HIJAS.





E S C E N A   I I I   -   LA CORTE DE TECÚN

TECÚN sobre su trono. Atrás la misma pared de luz y bruma de antes. Música introductoria de chirimía.

TECÚN
¡Dioses! Heme aquí, Tecún Umán, uno de los cuatro señores de las cuatro esquinas del imperio Quiché, implorando vuestro consejo. Me habéis dado el poder para distinguir el blanco del negro, lo bueno de lo malo, la luz de las sombras; pero los signos son confusos y los sueños presagian horrores a mi pueblo. Me habéis asignado siete lugares al mismo tiempo, para desde allí velar por la supervivencia de la raza. Me habéis dado un brazo fuerte y coraje para enfrentar los peligros y salir vencedor en la batalla, pero hoy mi mano tiembla y mis ojos se llenan de agua y mi respiración me agita y estremece. ¿Qué debo hacer, oh, dioses? ¿Ha llegado el momento, acaso, de ocupar mi lugar en la montaña, junto a los señores del rayo, del fuego, de los terremotos, de la vida y de la muerte?

AHKÍN cruza al fondo, haciendo extraños llamados con la boca. Se escucha el sonido del agua.

TECÚN
¡Ahkin!

AHKÍN llega hasta él y sube al trono.

TECÚN
¿A qué has venido?

AHKÍN
Tú me llamaste, Tecún.

TECÚN
¿Tienes algo qué decir?

AHKÍN
Verde. Verde.

TECÚN
¿Qué es verde?

AHKÍN
Tu suerte, Tecún. La muerte de tu pueblo.

TECÚN
Conozco la profecía.

AHKÍN
Un viaje muy largo, Tecún.

TECÚN
Cuando eres conductor de pueblos, te pierdes en la infinidad de tu propio destino.

AHKÍN
He visto tu muerte. Un largo viaje del otro lado de la noche.

TECÚN
¿Tienes más qué decir?

AHKÍN
¿Tienes más qué preguntar?

TECÚN canta. Entra EL ANCIANO como salido de la imaginación del AHKÍN, moviéndose al ritmo de la voz de TECÚN y caminando en círculo.

EL ANCIANO
Escucha, Tecún. Escucha bien. Habrá que luchar, defender la raza. No olvides que somos polvo de tus huesos, la sangre de tu herida, la simiente que hará germinar la tierra de tus abuelos. ¡Cuidado! Escucha las voces de los que han muerto antes y de los que morirán después. De los que no han nacido y ya claman tu venganza. Escucha. Medita. Piensa, Tecún.

EL ANCIANO desaparece.

TECÚN
Mi sangre está que hierve. ¿Acaso sueño de nuevo? ¿Es mi propia voz en medio de una pesadilla?

Entra HUITZIZIL ZUNÚN. Lo saluda.

HUITZIZIL ZUNÚN
Arín taná, Tecún.

TECÚN
Arín taná, Huitzizil Zunún, mi fiel amigo, mi hermano; ¿se ha de cumplir la profecía?

HUITZIZIL ZUNÚN
Llegó mensaje del rey Quikab solicitando nuestra presencia.

TECÚN
Me preocupa mi raza. Escuché la voz del abuelo.

HUITZIZIL ZUNÚN
¿Has oído al gran lengua?

TECÚN
Destrucción y muerte.

HUITZIZIL ZUNÚN
Tonatiuh y sus guerreros se aproximan por el poniente.

TECÚN
¿Acaso se puede luchar contra la profecía?

HUITZIZIL ZUNÚN
Debes irte a la montaña, Tecún. Todos los pueblos están listos. Está listo Ixcot, está listo Saquimuj, está listo Tepé.

TECÚN
¿Y tú, Huitzizil Zunún?

HUITZIZIL ZUNÚN
(DE RODILLAS) Yo, el primero.

TECÚN
¿Cuántos hombres tenemos?

HUITZIZIL ZUNÚN
Podemos poner en pie de guerra a treinta mil, si es necesario.

TECÚN
Vienen a causar horribles quebrantos a mi pueblo.

HUITZIZIL ZUNÚN
¿Te ha dicho el gran lengua si has de morir?

TECÚN
No.

HUITZIZIL ZUNÚN
Estaré a tu lado en la batalla. Mi cuerpo te servirá de escudo.

TECÚN
Eso está en manos de los dioses. Prepara todo para nuestra partida.

HUITZIZIL ZUNÚN saluda y sale. AHKÍN, como despertando de un sueño.

AHKÍN
Huitzizil va a morir. He visto su muerte, Tecún.

TECÚN
Nada temo porque todo es posible. Llegan del poniente, brillando como el sol a sus espaldas. Pero el oro, aunque brille igualmente, es maleable en las manos del artesano.

Entra TEPEPÉ, hijo de TECÚN. Su padre le hace señal de acercarse.

TECÚN
Tepepé, hijo mío.

TEPEPÉ
Padre, Señor Tecún.

TECÚN
Hace algún tiempo te di dos flechas. Una de punta de obsidiana y otra de pedernal. Las dos eran buenas para cobrar piezas pequeñas. Luego te di esa lanza de punta de jade, que no se rompe al chocar contra el hueso del tigre, la danta o el enemigo.

TEPEPÉ
Ha sido la extensión de mi brazo y el símbolo de mi rango. ¿Acaso he deshonrado vuestra confianza y mi linaje, padre?

TECÚN
El Hablador vendrá a verte y pasarás la prueba.

TEPEPÉ
Haré lo que ordenéis, Señor.

TECÚN
Se acercan tiempos difíciles, de tribulación y dolor. El gavilán vendrá por su presa.

TEPEPÉ
Con esta lanza en la mano, nada me causa temor.

TECÚN
En el espíritu de la sangre de los ancestros encontrarás la fortaleza para soportar la dura vida que estarás obligado a vivir.

TEPEPÉ
¿Qué es tan terrible, padre, que no podamos enfrentar juntos?

TECÚN
Deberé ir a la montaña.

TEPEPÉ
No os comprendo, Señor. Allá sólo van los que están muertos.

TECÚN
Allá están los que vivirán por siempre. Escucha bien, Tepepé. Eres mi sangre. Eres mi herida. Tendrás que vivir lo que viene.

TEPEPÉ
¿Acaso no hemos de luchar, padre?

TECÚN
Serás vasallo de un rey extranjero y abrazarás la religión de los invasores.

TEPEPÉ
Me pedís algo peor que la muerte.

TECÚN
Te estoy pidiendo que hagas lo que tienes que hacer. Está en juego la supervivencia de tu pueblo.

TEPEPÉ se postra a los pies de su padre.

TEPEPÉ
¿Por qué tanta sangre de nuestra gente para llenar los ríos? ¿Qué será de los niños? ¿Los ancianos?

TECÚN
Será lo que los dioses quieran.

Entra HUITZIZIL ZUNÚN.

HUITZIZIL ZUNÚN
Todo está listo para nuestra partida a la corte Quiché.

TECÚN
Marchemos.

TECÚN, HUITZIZIL ZUNÚN, TEPEPÉ y AHKÍN salen.





E S C E N A   I V   -   TECÚN EN LA CORTE QUICHE

EL HABLADOR
Te veo venir, Tecún, marcial y altivo, acompañado por tu gente, cruzando valles y montañas, veredas jamás holladas por pasos extraños.

EL ANCIANO
¡Cuidado, Tecún! Cuando mojes tus pies en las cristalinas aguas de tus ríos, recuerda que no es sólo agua sino también la sangre de nuestros antepasados.

Música cortesana. Entra toda la corte de REY QUIKAB.

REY QUIKAB
Hacedlos venir a mi presencia.

TECÚN
(ENTRANDO CON LOS OTROS) Dejad el llanto, Quiché, tan propio de niños y mujeres. El hombre se templa al fragor de la batalla y la tierra se riega con la sangre de los invasores.

REY QUIKAB
El mismo sol declina su presencia, llegado el momento. Su fuerza y poder terminan al caer la noche.

TECÚN
Pero al romper el día, nada es capaz de detener su empuje.

REY QUIKAB
Lo pueden las nubes y la lluvia. Es voluntad de los dioses.

TECÚN
¿Acaso es también voluntad de los dioses dejar el campo al enemigo? Vuestra grandeza no se hizo con lágrimas y lamentos. Habéis sido fuerte, Quikab, valeroso. Capaz de tapar el sol con vuestra mano.

REY QUIKAB
Al llegar a la cúspide de la pirámide, se inicia el descenso. Lo que sube, baja. Todo tiene principio y fin.

TECÚN
Nuestra grandeza jamás ha de terminar, Quiché. Vuestra sabiduría basta para contener el empuje del vil conquistador.

REY QUIKAB
Mi sabiduría nada puede sin el latido de un corazón valiente y el apoyo de un brazo fuerte.

TECÚN
¿Es guerra entonces?

REY QUIKAB
A muerte.

Algunas notas de música de guerra.

TECÚN
No les daré ni tiempo de aprender mi nombre.

HUITZIZIL ZUNÚN
Debes ser cauteloso, Tecún. Puedes caer envuelto en sus hechizos. Dicen que se hacen acompañar por una niña blanca que protege a Tonatiuh y a sus guerreros.

AHKÍN
De una legión de hombres con alas y sin pies.

HUITZIZIL ZUNÚN
Antes de que canten los cantos de guerra, Tecún, debes hablar con el jefe de esos extranjeros.

AHKÍN
Hablarhablarhablar. No caigas en el encantamiento de sus palabras. He visto demasiadas cosas, Tecún. Demasiada sangre.

EL HABLADOR
Vienen los conquistadores, Tecún, y te cojen por sorpresa.

PRÍNCIPE QUICHÉ
Dicen que traen mexicas y tlascaltecas como apoyo.

HUITZIZIL ZUNÚN
Fueron sometidos y han de pagar tributo.

PRÍNCIPE QUICHÉ
No podemos contar con una alianza con los cakchiqueles y demás pueblos del altiplano y de la costa.

HUITZIZIL ZUNÚN
Terminarán por asfixiarnos si no los detenemos ahora.

TECÚN
¿Se puede acaso cambiar el curso de un río?

HUITZIZIL ZUNÚN
Sí, Tecún. Puedes cambiar tu destino. Haz un dique con nuestros cuerpos.

TECÚN
Sería inútil. La corriente nos ha de llevar, inevitablemente, hacia el mar. Lucharemos.

IXCOT
Dejadme ser el primero para cubrir la vanguardia. Mis guerreros son diestros en la emboscada.

TEPÉ
Erizaré de púas el camino, les cerraré el paso por detrás. Mis gentes saben usar la honda y el cuchillo.

SAQUIMUJ
Los míos aguardarán pacientemente en el desfiladero. Vaciaremos las aljabas desde allí.

TEPEPÉ
Yo formaré dos grupos para atrapar por los flancos al invasor. No ha de quedar alguno para contar la historia.

EL HABLADOR
Vienen los extranjeros, Tecún, y todo se presta al sacrificio.

TECÚN
El quiché es valiente y ha de vencer al osado.

REY QUIKAB
Los días están contados, Tecún. Nuestras carnes consumidas por el fuego.

PRÍNCIPE QUICHÉ
Y nuestras cenizas llevadas por el viento al lugar donde se encuentran los abuelos.

REY QUIKAB
Tomad, Tecún, mis blasones y haced que luzcan mis honores.

TECÚN recibe el mando. TEPEPÉ al centro.
EL HABLADOR
(ACERCÁNDOSE) ¿Por qué temes al destino? Responde Tepepé, hijo de Tecún.

TEPEPÉ
No le temo. Es sólo que mi lanza no puede alcanzarlo.

EL HABLADOR
¿Miras a los niños? ¿Y a los ancianos?

TEPEPÉ
No veo nada en el fondo de tus ojos. Pero si algo mirara, sería  mi sangre y no la sangre de mi gente.

EL HABLADOR
¿Y si vivir debieras para que ellos no mueran?

TEPEPÉ
Tornaría mis ojos a la montaña, donde el gran espíritu contempla con ojos de esmeralda el devenir del tiempo.

EL HABLADOR
¿Clamarías venganza?

TEPEPÉ
Quedará grabada en todo surco para guardar memoria en forma de maíz, en cada grano.

EL HABLADOR
¿Y si mueres, Tepepé, hijo de Tecún, si mueres antes?

TEPEPÉ
Renaceré en cada piedra del camino.

AHKÍN
Un largo viaje. Del otro lado de la noche.

TECÚN
Vivirás eternamente, Quikab.

EL ANCIANO
Escucha. Escucha bien. No olvides que somos el polvo de tus huesos.

REY QUIKAB
Tu gloria empieza hoy, Tecún.

AHKÍN
Tu muerte es verde. Vas a morir. Vas a soñar.

TECÚN
La tuya no ha de terminar jamás, Quiché.

EL ANCIANO
Piensa. Somos la sangre de tu herida.

REY QUIKAB
Tomad el mando de los ejércitos.

AHKÍN
Sangre. Ríos de sangre.

TECÚN
¡A la muerte o la victoria!

EL ANCIANO
Somos simiente que hará germinar la tierra de tus abuelos.

REY QUIKAB
Será la voluntad de los dioses.

AHKÍN
He visto muerte y destrucción.

TECÚN
Así será, noble Quikab.

EL ANCIANO
Escucha las voces de los que no han nacido y ya claman tu venganza.

Música. Salen todos.

EL HABLADOR
Las voces de los vivos y los muertos, las voces del hoy y del mañana.





E S C E N A   V   -   LOS CONQUISTADORES

La pared de luz y bruma. Sonido de campanas se mezcla con el rugir del volcán. Se acercan, pareciendo montar a caballo, el grupo de conquistadores formado por PEDRO DE ALVARADO, JORGE ALVARADO, CARRILLO, DE LEÓN CARDONA, DIEGUILLO. Les sigue LA VIRGEN llevada en andas por los MÚSICOS. Desmontan. Van sucios y cansados. Un silencio Pesado.

PEDRO DE ALVARADO
Hemos llegado. Estas son las órdenes del día: (A JORGE) Te ocuparás de los preparativos para la batalla. (A DE LEÓN CARDONA) Enviarás a alguien para que vaya a encontrar al padre Díaz. Ese infeliz es más terco que una mula. (A DIEGUILLO) Verás que todos reciban su bastimento. (A CARRILLO) Escribe, Carrillo. Señor capitán don Hernando Cortés. En el año de gracia de 1524 yo, don Pedro de Alvarado, teniente de gobernador y capitán general, declaro encontrarme finalmente ante los muros de la capital Quiché. Tuve que vérmelas con alimañas, moscos y salvajes. He librado ya dos batallas contra esos indios nombrados quichés. La primera, en la ciudad llamada Zapotitlán, donde me vi obligado a reducir todo a cenizas con ayuda de la pólvora y cañones. La otra, en las montañas donde trataron de emboscarnos, pero gracias a la ayuda de tlascaltecas y mexicas, los aliados que vuestra merced me proporcionara, logramos sacarlos a campo abierto y aplastarlos con los caballos. Por el día y ya sabes lo que sigue.

CARRILLO
Sí, capitán. ¿Cómo quiere que lo recuerde la historia, don Pedro?

PEDRO DE ALVARADO
Como lo que soy. Un soldado. ¡Dieguillo!

DIEGUILLO
Sí, Capitán.

PEDRO DE ALVARADO
No apartes los ojos de los muros de la ciudad. Sobre cualquier movimiento me informas de inmediato.

PEDRO DE ALVARADO sale rápido.

JORGE ALVARADO
¿Has oído, idiota? Mi hermano el capitán general se refiere a que hay otras cosas además de dormir, comer, cagar y pensar en el trasero de las indias.

DE LEÓN CARDONA
¿Tienes que ser siempre tan prosaico, Jorge Alvarado?

JORGE ALVARADO
¿Qué escucho? ¡El ladrido de un perro infiel! Creí que ya nos habíamos librado de los moros.

DE LEÓN CARDONA
Soy cristiano, ¡maldita sea! Y me mueve lo mismo que a ti, el deseo de poder y riqueza.

JORGE ALVARADO
Nuestra misión es pacificar esta tierra y el precio es la sangre castellana.

DE LEÓN CARDONA
¿Puedes jurar que no hay sangre mora en tus venas?

JORGE ALVARADO
¿Quieres averiguarlo por ti mismo?

DE LEÓN CARDONA
Lo probaremos con el filo de mi espada.

CARRILLO interviene.

CARRILLO
Los dos tienen la lengua afilada, maldición.

JORGE ALVARADO
¿Defiendes a este moro?

CARRILLO
Guarden su dulce veneno para cuando nos encontremos frente a esos salvajes.

DIEGUILLO
Empieza a cansarme la campaña. Estas tierras parecen no tener fin. Nos llevarán a lo mismo y a lo mismo.

JORGE ALVARADO
Caerán los quichés, ¿y luego quiénes?

CARRILLO
Dicen que más al sur está Eldorado.

DIEGUILLO
Bendito sea su brillo, que enriquece las arcas del imperio.

JORGE ALVARADO
Que llena las bolsas de muchos castellanos y de algunos moros.

DIEGUILLO
Dices bien, don Jorge.

JORGE ALVARADO
Acabemos de una vez con estos indios. Que paguen su tributo en dorado metal y los quemamos después.

DIEGUILLO
Pero que nadie haga daño a las indianas. Son tan buenas mozas, candorosas, salvajes.

DE LEÓN CARDONA
¡Eso! Que muevan sus traseros para nosotros, que nos den sus pechos para saciar nuestra sed y alimentarnos. Que De León Cardona, que ese soy yo, las preñe una a una en nombre del rey y para gloria de la España.

Casi sin transición, DIEGUILLO solloza.

DIEGUILLO
Vamos a morir.

CARRILLO
¿Qué dices?

DIEGUILLO
Moriremos todos.

DE LEÓN CARDONA
La carne de cañón sirve para edificar imperios.

JORGE ALVARADO
Para la gloria de otros y no la propia.

DE LEÓN CARDONA
La gloria de tu hermano, el capitán general, es la nuestra. ¿O es que lo dudas?

JORGE ALVARADO
Mi hermano es cruel y ambicioso. Le importa un demonio quién viva o quién muera.

DIEGUILLO
No temo a la muerte, pero me duele pensar en que ocurra lejos de la España que amo.

CARRILLO
¿Qué te movió a emprender este viaje? Para mí fue el deseo de escribir las crónicas de la conquista.

DIEGUILLO
Para mí fue la aventura. Desde que conocí al capitán Alvarado, lo admiré. Daría cualquier cosa por ser como él.

JORGE ALVARADO
Con uno como él, es más que suficiente en estas tierras. Si yo tuviera el mando, les juro que sería diferente.

DE LEÓN CARDONA
Pero no lo tienes ni lo es. Basta ya de lloriqueos y lamentaciones. Mañana estaremos en la batalla y hemos perdido varios caballos en el trayecto.

CARRILLO
¿Llantos? ¿Lamentaciones? ¿Caballos extraviados? ¿Qué no darías por estar en la corte y tener en tus brazos a una real hembra?

DE LEÓN CARDONA
¿Y tú, carrillo, escribiendo en Sevilla o Badajoz? ¿Acaso no cambiarías tu pluma, un instante, por el placer de encontrarte con la duquesa, tu amante?

JORGE ALVARADO
¿Duquesa? Picas alto, Carrillo. A mí con una ramera me basta y me sobra.

DE LEÓN CARDONA
Duquesas, rameras, ¿cuál es la diferencia? (MIRA A LA VIRGEN Y CAMINA) Si no que lo diga esta señora.

DIEGUILLO
(INTERPONIENDOSE) ¡Cuidado, De León Cardona, que blasfemas!

DE LEÓN CARDONA
(APARTANDOLO CON VIOLENCIA) ¿No eres hombre acaso?

CARRILLO
(INTERVIENE RAPIDO) Será mejor cumplir con las órdenes del capitán Alvarado.

DE LEÓN CARDONA
Ve tú si quieres. (SEÑALA A LA VIRGEN) Yo tengo una cita con esta dama.

Se acerca a LA VIRGEN y toca su manto con sensualidad.

DE LEÓN CARDONA
(FEBRIL Y EXCITADO) Siempre me he preguntado qué hay debajo de esa vestidura. Cuentan que el manto perteneció a una de las amantes de don Pedro. (SE LO ARRANCA LENTAMENTE) Aquí debajo hay cabello y unos brazos pálidos y redondos y carnosos.

JORGE ALVARADO
Será mejor que dejes eso.

DE LEÓN CARDONA
¿Dejarlo? (SE LO ACERCA A LA NARIZ) Huele a hembra. Y donde huele a hembra hay placer y lascivia.

Ensaya unos pasos e inicia un canto, contoneándose y con el manto en la cabeza.

CARRILLO
¡Qué bien lo mueves, de León Cardona!

DIEGUILLO
¡Por la virgen que pareces una de ellas!

JORGE ALVARADO
¡Basta ya, que enciendes la sangre de mis venas!

CARRILLO
¡Ahora vas a saber lo que es un garañón castellano!

La sensualidad ha llegado a límites peligrosos. DE LEÓN CARDONA saca un puñal y lo pone en la garganta de CARRILLO. Hay un momento de tensión que se rompe cuando los hombres ríen, cantan y bailan. Entra PEDRO DE ALVARADO.

PEDRO DE ALVARADO
¡Basta!

Todos inmóviles. DE LEÓN CARDONA lleva su mano a la empuñadura de la espada,. pero cede finalmente ante la mirada de PEDRO DE ALVARADO.

DE LEÓN CARDONA
Lo siento, capitán. (COLOCA EL MANTO A LA VIRGEN). Nos estábamos divirtiendo solamente.

PEDRO DE ALVARADO
Menester es pensar en lo que se nos viene. ¿Tú qué crees, Carrillo?

CARRILLO
No rendirán la plaza sin luchar.

PEDRO DE ALVARADO
Van a fingir que sí los muy indianos. Tratarán de tendernos una trampa. Pretenderán aceptar nuestras consignas para luego clavarnos en estacas.

DIEGUILLO
Acabemos de una vez con todo esto, capitán.

PEDRO DE ALVARADO
Mandaremos primero la embajada.

JORGE ALVARADO
¿Para qué si ya conoces la respuesta?

PEDRO DE ALVARADO
Para justificar el fuego y la sangre. Somos guerreros y esa es nuestra suerte. Para que exista paz debe haber guerra. Para que haya vida está la muerte.

Entra el PADRE DÍAZ. Viste el hábito franciscano. Viene hecho una furia y descalzo.

PADRE DÍAZ
¡Sois malvados, inmorales, venenosos!

PEDRO DE ALVARADO
¿Qué os pasa, padre Díaz? ¿Acaso el sol os ha cocinado el cerebro?

PADRE DÍAZ
Habéis dejado sin montura al pastor de vuestro ejército.

DIEGUILLO
Fuísteis vos quien se negó a galopar con nosotros.

PADRE DÍAZ
No lo haré más con una horda de asesinos. Venimos a pacificar estas tierras, pero vosotros no conocéis otra cosa que la crueldad y la violencia.

DE LEÓN CARDONA
Os hubiérais quedado en España, esto no es una quinta de descanso.

PADRE DÍAZ
¿No dejaréis nada vivo en estos rumbos? El imperio necesita de piedad y justicia.

CARRILLO
Y la iglesia necesita de las almas y del diezmo.

PADRE DÍAZ
Sois animales. Si no fuera un hombre de paz os aplastaría como se hace con una alimaña.

DE LEÓN CARDONA
¿Usaríais acaso vuestro libro sagrado o un pedazo de madera?

PADRE DÍAZ
Blasfemáis. Irrespetáis todo en este mundo. ¡Dadme una espada!

CARRILLO
¿No os serviría más mi pluma para vuestros propósitos? Usáis la lengua y la palabra como arma para negar el cielo a los mortales.

DIEGUILLO
Me gustaría ver qué es lo que hace este monje con el acero en la mano.

PEDRO DE ALVARADO
A mí también. Dadle la espada. Le cortaré las alas para abreviar su llegada a los infiernos.

DIEGUILLO, con un par de graciosos saltos, le ofrece la suya. El PADRE DÍAZ rehusa tomarla.

DE LEÓN CARDONA
No os hacíais de rogar durante la santa inquisición, Padre Díaz.

CARRILLO
Decid vuestra última plegaria, que el capitán Alvarado no desenvaina sin gloria.

PADRE DÍAZ
No os temo. Dios guiaría mi mano para mataros.

PEDRO DE ALVARADO
La mía, el coraje de los Alvarado. Defendéos, basura. ¿Acaso no existe el honor entre los vuestros?

PADRE DÍAZ
Existe la justicia divina, capitán.

PEDRO DE ALVARADO
¡En guardia entonces!

ALVARADO lanza una estocada. El PADRE DÍAZ apenas alcanza a esquivarla y retrocede trastrabillante.

PEDRO DE ALVARADO
¿Quién verá por la parte del oro de la iglesia?

Ataca de nuevo. el PADRE DÍAZ riposta.

PEDRO DE ALVARADO
¿Quién verá por el alma que decís tienen los indios?

Combaten fieramente.

PEDRO DE ALVARADO
¿Quién verá por el bautismo y la extremaunción?

Lo ha desarmado y tiene la punta de la espada en la garganta del PADRE DÍAZ.

JORGE ALVARADO
Para que os enteréis de una vez por todas quien es el que manda aquí.

PADRE DÍAZ
Lo mismo os digo, Jorge Alvarado. ¿Sabe acaso vuestro hermano, el capitán general, que conspiráis contra él a sus espaldas? ¿Sabe acaso, Dieguillo, que os paraliza el temor de morir en la batalla? ¿Sabe acaso, escribano Carrillo, que vuestra mente está puesta en la corte y los placeres? ¿Sabe acaso que vos, De León Cardona, le cortaríais el cuello en la primera oportunidad sólo por ver el color de su sangre?

Se hace un silencio pesado.

LA VIRGEN
Ustedes son mis corderos y mis lobos.

PEDRO DE ALVARADO
Lo sé. Y también me gustaría saber cómo funcionan un cerebro y un estómago con dos cuerpos diferentes. Ustedes, Carrillo y De León Cardona, irán a la corte de Quiché. ¡Preparemos la embajada!

Los conquistadores de rodillas. LA VIRGEN canta. El coro repite.

PEDRO DE ALVARADO
¡Que la virgen ilumine el camino que ha de hollar nuestros pasos!

LA VIRGEN ofrece las espadas a DE LEÓN CARDONA y a CARRILLO, quienes inician el combate ritual. PEDRO DE ALVARADO, con una antorcha, prende fuego a las espadas. HIJA MAYOR observa curiosamente desde atrás. JORGE ALVARADO la descubre y, capturándola, la arroja al centro.HIJA MAYOR trata de escapar, aterrorizada, pero el círculo se cierra. Los conquistadores sorprendidos al principio y fascinados después, como ante un bello animal salvaje. HIJA MAYOR habla en lengua.

DE LEÓN CARDONA
¡Bendito sea Dios, respondió a nuestras plegarias!

JORGE ALVARADO
¡Y es más linda que tú, moro!

CARRILLO
¡Ea! ¿Qué es lo que nos ha caído del cielo?

DIEGUILLO
Así da gusto morir e ir al infierno.

DE LEÓN CARDONA
No tengas miedo, que todavía no vamos a comerte.

DE LEÓN CARDONA le salta encima. JORGE ALVARADO lo retira violentamente. Salen a relucir las armas. PEDRO DE ALVARADO observa sin intervenir. Cuando baja la tensión, se acerca a HIJA MAYOR. Ella retrocede temerosa.

JORGE ALVARADO
Cuando hayas terminado con ella, Pedro, te acuerdas de tu hermano.

DE LEÓN CARDONA
Para que no se te olvide quién es el que manda aquí,

PEDRO DE ALVARADO
¡Dieguillo!

DIEGUILLO
A la orden, capitán.

PEDRO DE ALVARADO
Trae agua.

DIEGUILLO lo hace. ALVARADO le ofrece agua a HIJA MAYOR, moja su rostro y brazos, obligándola a beber de sus manos.

PADRE DÍAZ
Observad que lleva al cuello las insignias de su rango, capitán. Esta doncella es noble, tal vez una princesa.

PEDRO DE ALVARADO
(A HIJA MAYOR) No temas. (SEÑALA AL HORIZONTE) ¿Quiché?

HIJA MAYOR
(ASIENTE) Quiché. (HABLA EN LENGUA. LE TOCA LA BARBA) Tonatiuh.

PEDRO DE ALVARADO
Sí, Tonatiuh.

El le ofrece el puñal que saca de su cinto.

PEDRO DE ALVARADO
Quiero ver a Quiché. Yo, Tonatiuh, hijo del sol, quiero ver al rey Quikab.

HIJA MAYOR
Quikab... Tecún... (ELLA DESENFUNDA LA DAGA, OBSERVANDO LA BRILLANTE HOJA).

JORGE ALVARADO
¡Cuidado, Pedro, va a matarte!

Ella, a cambio,se quita un arete y se lo da a ALVARADO.

JORGE ALVARADO
Eso es lo que se llama un intercambio de promesas.

LA VIRGEN le habla en lengua. HIJA MAYOR le responde. Se establece una comunicación entre ellas. Los españoles sorprendidos, pero no evidencian que es LA VIRGEN la que habla. Finalmente, HIJA MAYOR sale.

LA VIRGEN
¡Síganla!
CARRILLO y DE LEÓN CARDONA van tras ella.

JORGE ALVARADO
¿Por qué la dejaste ir, Pedro?

PEDRO DE ALVARADO
Ella ha de guiarnos hasta su rey.

JORGE ALVARADO
La tenías en tus manos.

PEDRO DE ALVARADO
Tú y Dieguillo preparen todo para el combate que hemos de librar mañana.

JORGE ALVARADO
Bien, capitán. ¡Dieguillo, hazte cargo de los caballo! (DIEGUILLO SALE) Yo iré a ver a los hombres y a pasar revista a mexicas y tlascaltecas. No confío en esos salvajes que tenenos como aliados. (A PEDRO DE ALVARADO, SALIENDO) ¡Maldita sea! La verdad, no te entiendo, Pedro.

PEDRO DE ALVARADO
Y vos, padre Díaz, dedicad un poco de tiempo a las oraciones. Necesitamos también la fuerza espiritual para salir airosos de este lance.

PADRE DÍAZ
Oraré porque todo sea propicio, capitán; pero no pediré por la salvación de vuestra alma.

PEDRO DE ALVARADO
Descuidad, de eso me encargo yo, que para algo me acompaña la santísima virgen. Yo que vos, me mantendría en la retaguardia. Estos indios no saben que gozáis de protección divina y podrían mataros simplemente.

PADRE DÍAZ
Lo tendré en cuenta, capitán Alvarado. Dedicaos a lo vuestro que yo veré por lo que me corresponde.

PADRE DÍAZ sale. Han quedado en la escena PEDRO DE ALVARADO Y LA VIRGEN

PEDRO DE ALVARADO
Yo conozco mi corazón. Menester es saber lo que piensan los jefes de estas gentes. Son reyes altivos y prefieren morir paganos. He de ayudarlos a morir si eso les place, pero los que vivan denerán hacerlo bajo las leyes del conquistador. El sol jamás ha de dejar de brillar en nuestros dominios. Somos hijos del sol, grandes, luminosos. Capaces de rasgar la oscuridad y de acabar con la noche. (A LA VIRGEN, QUE SE HA ACERCADO A SUS ESPALDAS) Tú me conoces mejor que nadie. Sabes de mi fuerza y debilidad. De mi ambición y sed de sangre.

LA VIRGEN
Quieres destruirte.

PEDRO DE ALVARADO
Tal vez.

LA VIRGEN
Tienes fiebre.

PEDRO DE ALVARADO
Igual que siempre, antes de la batalla.

LA VIRGEN
Recuesta tu cabeza en mi pecho. Descansa.

Ella pone sus manos sobre los hombros de PEDRO DE ALVARADO, obligándolo a hincarse.

PEDRO DE ALVARADO
He de llagar al final de mi destino.

LA VIRGEN
¡Shhhhhhh!

PEDRO DE ALVARADO
Contigo o sin ti, vida. Contigo, muerte.

Sobre esta imagen se va la luz.





E S C E N A   V I   -   LA EMBAJADA

TECÚN en el trono Quiché. Detrás de él QUIKAB y PRÍNCIPE QUICHÉ. Frente a ellos, de rodillas, HUITZIZIL ZUNÚN y AHKÍN observan cerca. EL HABLADOR, MÚSICOS y EL ANCIANO al fondo. TEPEPÉ e HIJA MENOR completan el grupo de la corte.

HIJA MAYOR
Os ruego me perdonéis, padre mío.

REY QUIKAB
¿Habéis traído esa daga para clavarla en mi corazón?

PRÍNCIPE QUICHÉ
No seáis severo, señor. Vuestra Hija Mayor sólo pretende ayudaros.

REY QUIKAB
Olvida su lugar y su linaje. Los dioses castigan mi debilidad.

PRÍNCIPE QUICHÉ
Premian vuestra sabiduría.

REY QUIKAB
En manos de Tecún se encuentra ahora la suerte de mi pueblo. Que él decida.

EL HABLADOR
¡Ay! Maldita raza que será la mitad de aquí y la mitad de allá y de ninguna parte.

TECÚN
Dadles muerte al instante y ataquemos.

HUITZIZIL ZUNÚN
Se trata de una embajada, señor.

TECÚN
¿Qué pueden ofrecernos sino engaño y traición, vasallaje y esclavitud?

HUITZIZIL ZUNÚN
Si los matas ahora, Tecún, puede parecer un signo de debilidad.

TECÚN
¿He de ofrecer mi carne en holocausto para saciar el hambre de los extranjeros? ¿Qué pueden querer sino la tierra, el oro y nuestras mujeres?

AHKÍN
Verde-verde. He visto muerte y destrucción, Tecún.

HUITZIZIL ZUNÚN
¿Y si  buscaran la paz?

TECÚN
¿Con tanto grito, con tanta vanidad y fiero empuje?

HUITZIZIL ZUNÚN
Nosotros, los quichés, somos la fuerza, Tecún. Pero cakchiqueles, zutuhiles, mames y los demás pueblos podrían aliarse a ellos en contra nuestra. Debemos obrar de inmediato y no darles cuartel.

EL ANCIANO
¡Cuidado, Tecún! Escucha biennnnnnnnnnn.

TECÚN
Si tratas con víboras, tarde o temprano terminarán por morderte. No pueden venir en paz. La única paz que conozco es la de los cementerios.

HUITZIZIL ZUNÚN
Dejadlos que hablen. Que manifiesten sus intenciones. Si después de eso seguís dispuesto, lucharemos.

TECÚN
Hacedlos pasar. Pero antes, vendadles los ojos. No quiero mirarlos ni ser visto.

HUITZIZIL ZUNÚN sale.

EL HABLADOR
¡Moriremos todos una y mil veces en cada vuelta de la rueda de los Katunes, de la rueda del Tiempo!

AHKÍN
(A HIJA MAYOR) No te conozco, mujer. Dime, ¿quién eres? ¿Qué tienes en común con esos blancos?

HIJA MAYOR
Soy quiché, pero también pariré una raza nueva.

AHKÍN
Maldita raza que ha de subyugarnos. ¿Reniegas de tu origen y linaje?

HIJA MAYOR
No todo es malo en esos extranjeros. Tienen su religión, sus leyes, sus costumbres.

AHKÍN
Tienen veneno y hiel. ¡Malditos sean!

CARRILLO y DE LEÓN CARDONA son conducidos por TEPE, SAQUIMUJ e IXCOT. Vienen atados y con los ojos vendados. Les sigue HUITZIZIL ZUNÚN. Españoles y quichés hablarán únicamente entre sí. Efectos dramáticos de luz y música.

CARRILLO
¡Juro que el capitán Alvarado pagará de todas, todas!

DE LEÓN CARDONA
¿Qué te hace pendar que saldremos vivos de este lance? He oído decir que se comen a los prisioneros.

CARRILLO
Somos embajadores, no cautivos.

DE LEÓN CARDONA
Estos salvajes no saben la diferencia.

EL ANCIANO
Piensa, Tecún. Meditaaaaaaa.

TECÚN
¿En demanda de obediencia y sumisión? Apenas puedo contener mi brazo para no degollar a esos malditos.

HUITZIZIL ZUNÚN
¿Por qué no hablas con su jefe, el capitán?

TECÚN
Porque tiene la lengua partida en dos como las vívoras. Que hablen aquellos que saben de política. Yo sólo quiero ver su sangre y sus entrañas.

Sonido de volcán.

CARRILLO
Parece que no aceptan nuestra oferta.

DE LEÓN CARDONA
El capitán Alvarado lo sabrá cuando vea nuestras cabezas en la punta de sus lanzas.

AHKÍN
¡Hablarhablarhablarhablar!

TECÚN
¿Que nos perdonarán vida y haciendas si aceptamos su dios y soberano? Digo al arrogante invasor que Tecún Umán es el rey de estas tierras.

Sonido de volcan en crescendo.

TECÚN
Que nuestras pirámides se levantan hasta el cielo. Que nuestros códices cuentan la historia milenaria de mi pueblo.

TECÚN canta en lengua. Todos los quichés hacen sonidos con la boca.

DE LEÓN CARDONA
Sus gritos y sortilegios de nada van a servirle contra la fe verdadera del Cristo crucificado.

CARRILLO
Serán sometidos por la razón o la fuerza. Han provocado la ira de los cielos y la furia divina terminará con ellos y su maldita raza.

DE LEÓN CARDONA
Estamos aquí para probarlo.

CARRILLO
Veremos quién entre ambos es el más barbado. Para eso se hicieron las navajas.

AHKÍN
Muerte y destrucción, Tecún.

EL ANCIANO y AHKÍN
Piensa, Tecún. Meditaaaaaaaa.

TECÚN
Digo al capitán mercenario que me bastan nuestros dioses y nuestros reyes. Que tengo casi cuarenta mil hombres en pie de guerra. Que mi brazo es fuerte y mis muros imbatibles. (FURIOSO) Que si no fuérais enviados, os haría azotar hasta que vuestros pedazos quedaran regados en la tierra. ¡Apartadlos de mi presencia!

Sacan  a los embajadores.

TECÚN
¡Preparemos todo para el desafío!

Los quichés se agrupan y empiezan a danzar y a cantar. HIJA MENOR sale del grupo y AHKIN, emitiendo su llamado característico, la toma y le saca el corazón de un golpe con el cuchillo del sacrificio. Finalmente, la planta en una cruz al centro de la escena.





E S C E N A   V I I   -   EL DESAFIO

AHKÍN
¡Esta mujer es nuestra carne y la muerte de ustedes!

Habla en lengua. Escupe y sale. Entran los españoles simulando estar montados a caballo, excepto LA VIRGEN, apoyados con efectos de sonido. Observan a la niña sacrificada y van hacia ella, rodeándola. El PADRE DÍAZ, a pie, corre también.

DE LEÓN CARDONA
¿Qué pretenden ahora los muy salvajes?

PADRE DÍAZ
¡Dios mío!

PEDRO DE ALVARADO
¡Están midiendo el tamaño de mi ira!

CARRILLO
¡Voy a mostrárselas con el largo de mi acero!

PADRE DÍAZ
¡Alguien tiene que parar esta masacre!

DIEGUILLO
¡Es sólo provocación, guardemos calma!

PADRE DIAZ
¡Hacerle esto a una niña!

PEDRO DE ALVARADO
¡Basta ya de decir! ¡Que esto quede resuelto por la espada! ¡Córtale la cabeza, moro! ¡Acepto el desafío!

PADRE DÍAZ
¡La iglesia no puede cerrar los ojos ante la barbarie e injusticia!

JORGE ALVARADO
¡Usa tu cimitarra, moro!

DIEGUILLO
¡Pero no le dañes el culito!

PADRE DÍAZ
¡Todos son una partida de asesinos, caramba!

CARRILLO
¿Qué pasa, De León cardona? ¿Acaso te intimida un cadáver?

JORGE ALVARADO
¡Córtale la cabeza, moro!

PADRE DÍAZ
¡Os prohibo, en el nombre del cielo, que hagáis eso!

DE LEÓN CARDONA, desmonta. Ha sacado su cuchillo y le corta la cabeza de un tajo, lanzándola con fuerza, como un signo de provocación, al campo enemigo. Los quichés aúllan.

PADRE DÍAZ
¡No!

DE LEÓN CARDONA
¡Que sea un anticipo a nuestra cuenta!

Pausa. Silencio. A una señal aparecen los quichés al mismo tiempo.





E S C E N A   V I I I   -   LA BATALLA

Los dos bandos se forman, frente a frente. Hay provocación de los quichés. Los conquistadores responden. Los cantos se entremezclan. Entra LA VIRGEN sobre el lomo de un gigantesco caballo mecánico.

LA VIRGEN
No hemos cruzado en vano los mares. Hemos venido para empezar la historia. A sembrar la semilla, a que germine el fruto. Venimos para gloria de la España, para que no se ponga el sol en sus dominios. Con la cruz y la espada mostraremos el camino de la verdad y la luz. Venimos para escribir las letras del futuro, para formar al hombre nuevo y viejo al mismo tiempo.

LA VIRGEN es atacada por AHKIN, quien sube de un salto al lomo del caballo. Hay una corta lucha y le arranca el manto, alejándose rápido. Ella tiene armadura, como todos los españoles.

LA VIRGEN
(CANTA Y DICE FONEMAS EN LATÍN, DANDO EL GRITO PARA QUE SE INICIE EL COMBATE).

DE LEÓN CARDONA y HUITZIZIL ZUNUN se baten en duelo personal. Los españoles cantan. Sonido entremezclado de lamentos quichés. Finalmente se inicia la batalla campal. Los textos se mezclan con la acción.

TEPÉ
¡Salid furias infernales, salid a vengar mi suerte!

DIEGUILLO
¡Hoy tengo valor suficiente para matar a los vivos y rematar a los muertos!

IXCOT
¡Han jurado esclavizarnos, es preferible la muerte!

CARRILLO
¡Vengo en el nombre de Dios a perdonar tus pecados con mi espada!

PRÍNCIPE QUICHÉ
¡Mucha gente hemos perdido, el campo es un mar de sangre!

DE LEÓN CARDONA
¡Con el filo de mi acero voy a eternizar el nombre de la España!

SAQUIMUJ
¡Se ha humillado a otros pueblos, pero Quiché es tierra libre!

JORGE ALVARADO
¡Si un Alvarado es temible, dos son peor que un terremoto!

PADRE DÍAZ
¡Yo ya no cuento con fuerzas ni valor para luchar!

EL HABLADOR
¡Que tiemble la tierra! ¡Que se desborden los ríos! ¡Que vomiten fuego los volcanes! ¡Que despierte la patria y se trague al vil conquistador!

Hay un efecto de luz que sugiere una oleada de sangre. El grito de TECÚN detiene el combate.

TECÚN
¡¡Alvarado!!





E S C E N A   I X   -   MUERTE DE TECÚN

PEDRO DE ALVARADO
¡Heme aquí, Tecún!

PEDRO DE ALVARADO y TECÚN en actitud retadora, inician una especie de danza, caminando en círculo, pero sin cerrar la distancia.

TECÚN
Has venido a causar dolor y muerte, extranjero. Tu rapacidad y ambición no tienen límites. Tu crueldad es legendaria desde Méjico, pero no necesito prestado el valor para acabarte, Alvarado.

PEDRO DE ALVARADO
Si quieres morir pagano, encomienda tu alma a falsos dioses. Si prefieres ignorar el mandato de mi soberano, tú y tus reyes se tornarán ceniza a mis plantas.

TECÚN
Es mi vida y tu muerte, capitán.

PEDRO DE ALVARADO
Dices bien sobre lo primero. Acabemos de una vez esta disputa.

TECÚN
¡Que muera el hijo del sol!

PEDRO DE ALVARADO
¡Que muera el rey Tecún!

Se preparan para la lucha. Todos se apartan. DIEGUILLO entrega su lanza a DON PEDRO y éste sube al lomo del caballo, junto a LA VIRGEN. Se inicia el combate. TECÚN logra desmontar a ALVARADO y corta la cabeza del caballo de un golpe. TECÚN ha desaparecido.

PEDRO DE ALVARADO
(BUSCÁNDOLO) ¿Dónde estás, Tecún Umán?

TECÚN
(AL FONDO) En siete lugares al mismo tiempo.

PEDRO DE ALVARADO
¿Cómo puedo luchar con quien no veo?

TECÚN
(IGUAL) ¿Acaso miras al pájaro quetzal entre la bruma del bosque lluvioso?

PEDRO DE ALVARADO
¿Qué clase de sortilegio es este, maldición? (DA TAJOS A DIESTRA Y SINIESTRA) ¡Da la cara, Tecún, para matarte!

TECÚN
¡Jamás doblegarás mi espíritu!

PEDRO DE ALVARADO
¡Se derretirá como cera entre mis dedos!

TECÚN
¡Te quemará las manos, Alvarado!

PEDRO DE ALVARADO
¡Con tu sangre curaré la herida!

TECÚN
¡Te ahogarás con ella!

PEDRO DE ALVARADO
¡Basta ya de palabras y enfrenta tu destino!

TECÚN
¡Mi destino es permanecer en la montaña, con los dioses del trueno, del agua y del terremoto!

PEDRO DE ALVARADO
(EN EL COLMO DE LA DESESPERACIÓN) ¡Ven y enfréntalo , Tecún Umán!

TECÚN
¿Quieres mi cuerpo? Escoge el que te plazca, invasor.

IXCOT
(AVANZANDO) Aquí está el mío.

SAQUIMUJ
(IGUAL) El mío.

TEPÉ
(IGUAL) El mío.

HUITZIZIL ZUNÚN
(IGUAL, ENFRENTÁNDOLO DIRECTAMENTE) ¡Y el mío!

PEDRO DE ALVARADO da una estocada en el pecho a HUITZIZIL ZUNÚN y este se desploma muerto. Hay cantos funerales. AHKÍN también llora su muerte.

TECÚN
¿Es lluvia lo que nubla mis ojos? ¿Es llanto lo que moja mi rostro y mis manos? ¿O es sangre lo que empapa mi cuerpo y mis pies?

AHKÍN
Contigo muere la grandeza del pasado, Tecún. Pero está escrito en los papeles del pueblo que has de renacer un día. Estamos esperando, Tecún. Esperando.

TECÚN
Mi carne arde en la hoguera. Mi sangre fluye a torrentes. ¡Abuelos! ¡Muchachos! Moriremos una y mil veces. En camino del reencuentro con el tiempo perdido. En busca del lugar donde enterraron el ombligo de los dioses. En espera del momento. Como antes.

TECÚN desaparece.

PEDRO DE ALVARADO
Este hombre ha quedado muerto a mis pies y lo confieso, nunca antes había visto tal majestad y galanura. Parece un ave de esmeralda y grana, alcanzada por un rayo del sol de la mañana. El mismo sol que alumbrará estos dominios bajo mi sombra y protección. Escribe, Carrillo. Declaro encontrarme en la capital Quiché, por la gracia de Dios y del Rey. Demando la capitulación total y el vasallaje de nobles y plebeyos.

REY QUIKAB
Sangra mi corazón, mi pueblo se desangra. Lágrimas de sangre nublan mi vista, cierran mis ojos, obligándome a soñar un sueño de siglos que se viene.

PRÍNCIPE QUICHÉ
Ha llegado el fin de nuestro tiempo, rey Quikab. Empieza una larga noche.

PEDRO DE ALVARADO
Tecún ha muerto. Están bajo la protección de la corona.

REY QUIKAB
Jamás doblegaré mi frente ante el conquistador.

PEDRO DE ALVARADO
Tú eliges. Vida o...

REY QUIKAB
Muerte.

PRÍNCIPE QUICHÉ
Muerte.

PEDRO DE ALVARADO
Sea. No estoy yo para pedirla. Tampoco para negarla.

EL HABLADOR
¡Fatalidad! ¡Está registrado en la memoria del tiempo! ¡Que tiemble la tierra! ¡Que se desborden los ríos! ¡Que vomiten fuego los volcanes! ¡Que despierte la patria y se trague al vil invasor!





E S C E N A   X   -   VIVA EL REY

Entran dos cruces. REY QUIKAB y PRÍNCIPE QUICHÉ son atados en ellas. Sonido de campanas y volcán.

PEDRO DE ALVARADO
Mis manos están llenas de sangre y ya no sé si de vivos y de muertos. La sangre, el fuego,la muerte son necesarios. Así se templa el acero, así se forjan naciones.

Toma una antorcha y enciende las hogueras a los pies de las cruces donde habrán de quemarse los reyes.

PEDRO DE ALVARADO
Tepepé, hijo de Tecún, eres investido como soberano de estas tierras.

TEPEPÉ es llevado al trono y desnudado por su gente. DIEGUILLO le baila, colocándose su penacho en la cabeza, burlonamente.

PEDRO DE ALVARADO
Te corresponde por herencia y por linaje. Reinarás en nombre del Dios crucificado, de su majestad Carlos I de España y por mi voluntad y beneficio. Así sea.

Entra HIJA MAYOR. Viene vestida de mengala. Llega hasta ALVARADO entre plegarias y lamentos.

HIJA MAYOR
Llevo tu semilla, Alvarado y siento miedo del tamaño de mi sueño. ¿Quién soy ahora? ¿Quién es mi descendencia? ¿Dónde está mi pueblo? ¿Dónde la nación de mis hijos?

ALVARADO pone su mano en el vientre de HIJA MAYOR.

PEDRO DE ALVARADO
Está aquí, allá, en todas partes donde brille el sol. Eres la madre de América, tu descendencia es la gente de estas tierras. Tierras de mis nietos y de tus abuelos. Mi hija la ofrendo al sol, al universo, para que nunca se apague en los dominios de la corona. Per secula seculorum.

TEPEPÉ inmóvil sobre el trono, inicia el canto. Coro se le une. Los reyes de queman en silencio en  las hogueras.

EL HABLADOR
Es la historia de un pueblo que lucha y se desangra por los cuatro puntos cardinales. Pero es también una visión, la profecía de los tiempos que vienen. Se dice que la raza original ha de despertar un día del largo sueño de los siglos, para brillar con el sol en los dominios que le pertenecen por siempre jamás. Está escrito a sangre y fuego por los dioses.

Gran final. Sonido de volcán, campanas y voces.