Para antes de irse a la meme
© 2004: Manuel Corleto

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Para antes de irse a la meme
Poemas
Manuel Corleto


Los ruidos del día y la noche

Papá se acerca puedo oír sus pasos.
Me cuenta un cuento,
me da un beso de buenas noches,
me arropa para que no sienta frío
y apaga la luz.

Papá se aleja, puedo oír sus pasos.
Yo me quedo en lo oscuro
oyendo los ruidos de la noche,
temblando del miedo,
hasta que el sueño me vence.

Me despierta el sol que llega acompañado
de los trinos de los pájaros,
los pasos de mi madre,
la risa de mis hermanos
y los hermosos ruidos de cada mañana.



Los sonidos de la calle

Cuando voy al colegio
me gusta escuchar
los sonidos de la calle.

Siempre parecen lo mismo,
pero es diferente
lo que pasa a mi lado.

A ratos muy cerca,
a ratos muy lejos,
a veces me asusta,
a veces me gusta.

Los sonidos de la calle
me acompañan
camino al colegio.



Los cuentos de miedo

Dan miedo
los cuentos de miedo
en noches de luna
y en noches oscuras.

Te ponen de punta
los pelos del cuerpo,
te da escalofríos
y te tiembla el pulso.

Criaturas extrañas,
fantasmas burlones,
feos animales,
mujeres lloronas.

Los cuentos de miedo
que cuenta la abuela,
te quitan el sueño
pero son bonitos.


El baúl de los recuerdos

Hay un montón de cosas
en el viejo desván.
Y dentro del baúl están
la cajita de música,
el trompo de madera,
el metrónomo,
el soldadito de cuerda,
la violineta,
las tijeras dentadas,
el tamborcito de lata,
el capirucho hecho
de un carrizo de hilo,
las espuelas de hierro,
el caleidoscopio,
el patito de hule
y entre otras muchas
y variadas,
el rosario de conchanacar
que perteneció a la madre
de mi madre.



La tempestad

Retumban los truenos
y relampaguea el horizonte.
Los perros aúllan de miedo
y ruge el implacable viento
que golpea puertas y ventanas,
que azota las ramas de los árboles
y la fuerte lluvia sobre el techo
parece querer tumbarlo
con su furia.

A ratos se calma la ventisca
y decrece la tempestad.
Es entonces
cuando puedo escuchar el tam-tam
de los fuertes latidos de mi corazón.


La feria de mi ciudad

Giran y giran los caballitos,
los blancos y los negritos.

Alguien grita (¡Lotería!)
y se gana una tontería.

No escasean refrescos ni golosinas,
adornos ni serpentinas.

Un niño tira la bola a gol
y otro saborea un rico atol.

De un lado la música ranchera,
Y del otro una danza rumbera.

No falta quien tire al blanco
ni quien descanse en un banco.

Hay baile y alegría,
juegos y algarabía.

Es la feria de mi ciudad,
una fiesta de verdad.


La música

Canta el pajarito
y la flauta lo imita
con sus alegres trinos
y sus dulces notas.

Cae el agua cristalina
y las teclas de la marimba
reproducen las gotas
de la catarata.

Ruge el trueno
y el tambor y los metales
vibran con el viento
de la tempestad.

Y cuando el gozo
llena mi alma por completo,
es que la música está
robándose mi corazón.


La mosca zumbona

Con los calores de abril
la mosca zumbona
empieza a revolotear
por toda la casa.

Se oye el zumbido
y luego el golpe,
y después el ruido
del florero contra el piso.

Se oye el zumbido
y luego el golpe,
y después el sonido
del mueble roto.

Se oye el zumbido
y luego el golpe,
y después el aullido
del pobre perrito.

Se oye el zumbido
y luego el silencio,
después el zumbido
y otra vez el silencio.

Uno se pregunta
Si la mosca se ha ido
O si el zumbido
Ya no nos importa.